Toña, la madre diez

Toña Castañón, madre de diez hijos, siete nacieron en casa, y muchos nietos, trabajadora sin descanso, ejemplar e irrepetible, feliz cuando habla de los nietos, buena siempre

Fulgencio Fernández
29/07/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Recuerdo la imagen. Nano, el albañil de Valverde de Curueño, come el bocadillo en la mesa de la esquina. En la barra del bar la conversación gira sobre lo mucho que varios paisanos han trabajado aquel día, a la hierba.  Nano sonríe y comenta: «Entre todos no han trabajado la mitad que la mi Toña».

Se me quedó grabado. El gesto de Nano y las ganas de conocer a «la su Toña», en realidad Juan Antonia Castañón Álvarez.

Y no había mentido. Conocer a Toña, escucharla y verla, te hace entender cómo esta provincia pudo cambiar en cuatro días con mujeres como Toña, sobre todo con mujeres.

- ¿Cuántos hijos tuviste?

- 10. Que tú siempre dices once, sólo fueron diez. Los siete primeros nacieron en casa, con comadrona claro, una de La Vecilla que le dicen Vicenta, los otros tres en el hospital.

Y  Toña viaja, sin torcer el gesto nunca, a aquellos años, a aquellos recuerdos, «los tres primeros sólo se sacan dos años». Y recuerda que tenía que atender el ganado, «alguna vez estaba  ordeñando y con alguno en brazos. Hasta le podía dar de mamar mientras ordeñaba», dice con una sonrisa, mientras mira para la pequeña, Raquel, allí presente. «De ésta bajé del monte y tuve que marchar a parir porque ya venía».

Los pañales son algo demasiado moderno, había que ir a lavar «los paños que les poníamos a la fuente, que el agua corriente llegó después de haber nacido los primeros». Cómo lo cuenta ella parece fácil, con la paz que lo dice, con la calma de quien ha peleado con  todo y le sobra humor para hacer las sopas para la borregada del pueblo, de quien tiene la puerta abierta en la fiesyas para que se sienten a cenar todos los que traigan, cualquiera de los diez. Pero cuando se le ilumina la cara es cuando habla de los nietos, el campeón provincial de lucha, el cocinero, una que va a ser policía... Tenía que ser obligatorio ir a hablar con Toña. Se acababa la tontería.

Una anécdota final. No le gustan las entrevistas, «pero ¡cómo te voy a decir que no si me fuiste a ver al hospital!».
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