Tómate un momento y piensa

16/09/2020
 Actualizado a 16/09/2020
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Muchas veces se reflexiona en este oficio de crear un mundo al día –seguramente menos de lo que debiéramos pararnos a pensarlo– sobre la mala leche con la que a veces nos responden en una carta al director sobre algo que hemos escrito (cierto es que con los nuevos inventos del Facebook, el Twitter y todo eso las cosas han cambiado).

Y muchas veces, o no tantas, alguien sensato plantea cómo lo vive él. «En vez de reaccionar enfadado pienso, ¿tenía otro camino?, ¿le hemos dado otro arma con el que defenderse?, ¿y si tuviera razón?».

Tu, yo, cada día te sientas al ordenador y escribes, cuentas, opinas, sentencias, pontificas o conspiras. Que la andanada le va al alcalde, diputado, senador, señorito, mandamás u otros coleópteros... allá que les va que les preste. Pero cuando le va al paisano que jamás se vio en un papel, del que te cuentan que ha hecho o realmente lo ha hecho, se le viene el mundo encima cuando ve su foto allí junto a los coches volcados, los desaparecidos o los que atracaron el supermercado a punta de pistola más falsa que los hijos de Julio Iglesias. Y reacciona. Y escribe. E insulta ¿Y qué puede hacer?

Ya sé que pintar la pared es un poco guarrada. Pero no voy a echar la bocona a pacer. ¿Se lo podía decir de otra manera si no le coge el teléfono, le bloquea el Whatsapp, se le esconde por la calle?

¿Y si necesitaba decírselo como el comer huevos fritos?

Ya lo decía otra vieja pintada: «Tómate un momento... y piensa».
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