Tomás, muy fuerte pero más noble

Fallece con setenta años el exluchador y ganadero Tomás Domínguez Bercianos, "uno de aquellos paisanos de una pieza"

Fulgencio Fernández
14/04/2023
 Actualizado a 14/04/2023
Tomás Domínguez le entrega el premio a Adrián Fierro, ganador en ligeros en el corro de Lillo de 2019. | MAURICIO PEÑA
Tomás Domínguez le entrega el premio a Adrián Fierro, ganador en ligeros en el corro de Lillo de 2019. | MAURICIO PEÑA
En el mundillo de la lucha leonesa —también enel de la ganadería y en su comarca de Lillo— se sabía de la dura batalla que Tomás Domínguez Bercianos mantenía contra una cruel enfermedad. Pero, en contra de lo que suele ser habitual en estas circunstancias, siempre se agarraban en la conversación a la misma realidad: "Tomás no se rindió jamás, en nada, y pocos más fuertes he conocido".

Era la esperanza a la que se aferraban todosporque si en alguien se podía creer era en Tomás, fuerte, pero más noble que fuerte, y un personaje al que más veces me definieron como "un paisano de aquellos de antes".

Pero hay enfermedades que son muy traicioneras y a Tomás a traición sí se le puede pillar, porque él siempre fue de cara. Y no siempre lo tuvo fácil. En la lucha siempre lo hizo y en la vida también y eso que sus ideas políticas, que jamás escondió por fidelidad a su familia y a su historia, no siempre fue fácil defenderlas sin riesgo. Hay un pasaje de su biografía que habla de su condición irreductible. Fue en un Campeonato Provincial en el que el organizador —del Régimen, como era costumbre— les pidió que al escuchar su nombre respondieran con el brazo en alto del saludo fascista. Tomás se negó. Fue detenido y para casa sin dudarlo y eso que el Provincial era un corro que le gustaba y mucho. Lo ganó dos veces, en 1976 y 1977, y siempre escogía como su mejor recuerdo como luchador el primero de los títulos, en 1976, en la Plaza Mayor de León abarrotada. «Hasta las tres de la mañana... y no se fue nadie del corro».

Nadie se iba de los corros cuando luchaba Tomás "el de Lillo" —siempre llevó el nombre de su pueblo con orgullo— porque se entregaba a fondo, no volvía la cara por nada del mundo, no rehuíala batalla abierta y, en este apartado, siempre recordaba un combate con David el de Barrillos. "Media horas estuvimos allí dándonos cera, ni un segundo de descanso, no se movió nadie de los asientos".

David, Manolete el de Campohermoso, Luis Padierna el de Quintana, los Flecha de Robledo, José Fernández de Santa Olaja, Bernardo el de Villarmún (ahora medio paisano de Redipollos) o Vicente Arenas, fueron algunos de sus rivales más duros. «A Vicente le gané una final en Lilloque también fue tremenda, podía ganar cualquiera pero después de mucha cera él ya estaba algo resentido de una rodilla y cedió».

Pero en la memoria de los aficionados están, sobre todo, sus épicas batallas con Juanito Hidalgo, uno de los más grandes, que reconocía: «Allá nos andaríamos en victorias, Tomás era terrible». Y entre ellos fue la famosa final en Lilloque desembocó en los ‘famosos tiros’: "Ganó Tomás y la gente saltó para sacarlo en hombros. Un guardia joven que no sabía de lucha vio la marabunta, se asustó y sacó la pistola. Se pudo liar pero quedó en nada", cuenta Juanito pero Tomás, cuando le preguntabas, tiraba de sorna: "Después de lo que pasé no iba a asustarle por ver a un guardia sacar la pistola".

Qué tipo este Tomás que estaba tan fuertede correr detrás de las vacas y segar a guadaña; que era tan noble porque sabía que uno jamás puede traicionar ni a su historia, ni a los suyos.

Pero eso la enfermedad no lo respeta.
Lo más leído