Toledo 1 - 2 Ponferradina: 'Final agónico a la maldición a domicilio'

La Deportiva vuelve a ganar fuera un año después con un tanto de Andy en el descuento / El Toledo, con diez, había conseguido empatar tras el gol de Pallarés

A. Cardenal
10/12/2017
 Actualizado a 11/09/2019
Los jugadores celebran el gol de Andy. | LA TRIBUNA DE TOLEDO
Los jugadores celebran el gol de Andy. | LA TRIBUNA DE TOLEDO
Si 2017, a nivel global, no ha sido un buen año para la Deportiva, fuera de casa ha sido un ‘annus horribilis’, 357 días de sinsabores y decepciones, de recibir goleadas de equipos recién ascendidos, de no dar la talla en las grandes ocasiones, de finales de partido inverosímiles.

El conjunto berciano puso fin a su ‘maldición’ ante el Toledo (1-2) en un partido con un guión que bien habría firmado el hijo bastardo de George R.R. Martín y Stephen King.

Imposible describir un escenario mejor que el que se encontró el cuadro berciano. Cuando apenas se había sobrepasado el ecuador de la primera mitad, Canario veía la segunda amarilla tras derribar a Isi y Pallarés adelantaba a los blanquiazules.

En un partido al que el conjunto berciano llegaba con seis bajas entre lesiones y sanciones, la expulsión y el tanto parecían allanar el camino hacia tres puntos tan necesarios desde el punto de vista anímico –ganar fuera de casa ya parecía una misión imposible– como desde el clasificatorio, ya que una segunda victoria consecutiva tras el también agónico triunfo ante el Cerceda permitía a la Ponferradina salir de la zona de descenso directo.

Pero tocó sufrir. A un cuarto de hora del final y después de dos claras ocasiones para sentenciar el choque, Sergio García ponía las tablas para desesperación de un equipo que parecía empeñado en acumular récords negativos. Ya en el descuento, con la anarquía instaurada en el Salto del Caballo, Andy, tras un mal despeje de Alcolea,sacó de la UVI a una Deportiva que en cualquier caso, sigue en estado crítico.

La expulsión marca el choque


Hasta la expulsión de Canario, el partido apenas tuvo historia. Con un once de circunstancias de la Deportiva y un Toledo cuyo fútbol, más allá del contragolpe, es de encefalograma plano, solo un centro envenenado por el viento que despejaba sin problemas Dinu rompió la tregua que se vivió en el arranque de partido.

Únicamente Isi parecía proponer algo distinto y tener la lucidez suficiente para acabar con el apagón de ideas en el Salto del Caballo, pero sin socios –Ríos Reina, como volante, se centró en labores defensivas y Menudo volvió a aparecer con cuentagotas–, al ex del Murcia no lo quedaba otra que buscarse la vida por su cuenta.

Así llegó la expulsión. El jugador del Toledo, que ya tenía una amarilla, caía en la trampa del extremo, al que derribaba cuando se escapaba en velocidad y Santos Pargaña, pese a que apenas se había sobrepasado el ecuador del primer acto, mandaba a vestuarios al ex del Ebro para desesperación de la grada y de Onésimo, que escribió un nuevo capítulo de su tormentosa relación con el colectivo arbitral.

«Estoy hasta los cojones de quedar yo como el malo. Ya estoy cansado», aseguró el pasado mes de noviembre, una ‘rajada’ que unida al propio carácter del técnico, lo ha colocado en el punto de mira de los árbitros.

La protesta le costó, aunque por momentos se negó a abandonar el área técnica, ver el resto del partido desde la grada, incluido el cabezazo de Pallarés tras el saque de esa misma falta queponía por delante a una Deportiva que trató de dormir el partido.


Ocasiones, empate y reacción en el descuento


Hasta bien entrada la segunda mitad los blanquiazules no hicieron valer su superioridad numérica. Al igual que ante el Cerceda, Yuri se echó el equipo a la espalda y de sus botas nacieron dos ocasiones que hubieran permitido sentenciar el choque.

La primera fue un remate del propio ariete brasileño que se topaba con Alcolea; en la segunda se metía en el papel de asistente para poner un balón de oro a Pallarés, que no lograba superar al guardameta.

Los de Terrazas tuvieron la clemencia que no mostró Sergio García. En su único acercamiento con peligro al área de Dinu y a apenas un cuarto de hora del final, el Toledo ponía las tablas y dibujaba un panorama desolador para un conjunto berciano que cuando parecía muerto, se encontró con otro tanto vital para su superviviencia.

Alcolea, muy seguro durante todo el encuentro, manchó su encuentro con un despeje demasiado blando que cazaba Andy para marcar el segundo ya con el tiempo cumplido y sellar un triunfo que es un alivio, pero todavía no soluciona nada.
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