Tokio le da una sobria bienvenida a los Juegos

Una ceremonia de inauguración densa y lejos de lo festivo da inicio a unos juegos olímpicos que arrancan con muchas dudas

Jorge Alonso
23/07/2021
 Actualizado a 23/07/2021
El equipo español en su momento de salir al desfile de delegaciones. | COE
El equipo español en su momento de salir al desfile de delegaciones. | COE
Tokio no supo o no pudo ocultar este viernes en el pistoletazo de salida a sus Juegos Olímpicos que estos que organiza y que finalizarán el próximo 9 de agosto de vuelta al Estadio Olímpico, son para sus gestores, para la ciudad y para el país más un problema que un motivo de celebración.

Difícil es festejar algo cuando una simple mirada a la grada deja claro que estos Juegos no son normales y que se celebran en un contexto, el de la pandemia, que dejó demasiado descafeinada la ceremonia de este viernes, no solo por el continente, sino también por el contenido.

Y es que planteó la capital nipona una ceremonia sobria, lejos de lo festivo más allá de algún tramo aislado, algo que contribuyó a que ésta fuera excesivamente densa, 4 horas que se hicieron largas por momentos y eso que las delegaciones que desfilaron por el Estadio Olímpico lo hicieron con un número de deportistas muy reducido dadas las circunstancias, ya que no se permitió hacerlo ni a técnicos ni a oficiales. En la delegación española, con Saúl Craviotto y Mireia Belmonte a la cabeza, fueron en torno a un centenar. En total, entre deportistas (6.000), patrocinadores e invitados (900) y medios de comunicación (3.500), apenas se llegó a las 10.000 personas en el estadio, lo que en  un recinto con capacidad para 68.000 es prácticamente la nada.

Es por eso que entre los presentes había cierto sentimiento incluso de culpabilidad viendo a todos los participantes en la ceremonia saludar con entusiasmo a una grada vacía. Una ceremonia hecha para la televisión que ciertamente comenzó bien, llamando al espíritu de todos los deportistas que han sabido sobreponerse al confinamiento en todo el mundo para terminar logrando el objetivo de ser olímpicos contra todo pronóstico.

Sin embargo, la sobriedad pronto se apoderó de una ceremonia que tuvo por encima de todo el recuerdo a todos aquellos que han fallecido durante la pandemia, reconociendo la organización su «incapacidad para celebrar cuando hay gente enfermando o en hospitales».

El inicio del desfile de los deportistas quiso romper un poco ese gris presente en el estadio, presidido desde el principio por una montaña que emula al monte Fuji y sobre la que finalmente Naomi Osaka encendería el pebetero en el que residirá la llama olímpica las próximas dos semanas.

El interminable desfile, abandonado por sus protagonistas al finalizar dado lo tedioso de la espera previa y posterior a hacerlo, precedió a unos interminables discursos y a la sorprendente aparición de Alejandro Sanz representando a Europa para cantar el ‘Imagine’ de John Lennon mientras un ejército de drones sobrevolaba el estadio, sin duda uno de los grandes momentos de la ceremonia. ‘Unidos’, la palabra que se une al lema olímpico, pretendía llamar a esa lucha común contra una pandemia de la que no se ha escapado nadie y que al menos, durante los próximos 16 días, tendrá un tema paralelo de conversación con el deporte como protagonista.

Mientras tanto, los japoneses miran divididos entre los que están a favor y en contra de estos Juegos, siempre con la extrema educación como base, lo que hace que sea difícil encontrar una mala cara entre los habitantes de la inmensa capital.
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