Quise vender mi alma y mi voto
por una magra soldada
pero, tras un regateo somero,
adujeron poco interés:
por lo visto,
el infierno está lleno de unas y otros.
Así que los alcé
–mi voto y mi alma–
y los arrastré por el campo,
la España vaciada,
con su hule de retamas,
luciérnagas
y deseos marchitos.
¿Y saben qué?
Apenas daban para un cacique,
un diablo cojo
y una urna con paredes de rafia.

Todo se vende
27/05/2023
Actualizado a
27/05/2023
Comentarios
Guardar
Lo más leído