Todo por una rosa

02/02/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Todo por una rosa o por un símbolo; es decir, a cambio de nada material. Tanto barro, tanto cansancio, tantas energías quemadas, tantos sudores entregados por sumarse a una causa muchas veces ajena.

Porque hay mujeres y hombres que se entregan en cuerpo y alma en una carrera sólo para recordarnos que otras sufren cáncer de pecho en un tremendo silencio y en un nada justificable olvido. Y reciben una rosa.

Al llegar a casa ponen la televisión y desfilan por la pantalla otras que han tenido la desvergüenza de quedarse con aquellos fondos que hubieran posibilitado la investigación, la cercanía, el acompañamiento en los caminos duros. Sin esfuerzo, sólo con desvergüenza, quedándose con todo sin merecer nada. A ellas las rosas no les interesan, si se las dieran las cambiarían en una tienda de ‘Compro rosas’.

Porque hay hombres y mujeres que se entregan en cuerpo y alma en una carrera en medio del barro y el sudor sólo para recordarnos que hay desamparados, olvidados, refugiados, enfermos... Y por sus televisores desfilan, limpios como pinceles, sin mancharse con una gota de barro, getas que han metido la mano en la caja y se han llevado los fondos que necesitan los olvidados, los refugiados, los enfermos. Sin ningún esfuerzo, sólo con unas pinzas en la nariz que le eviten tener que soportar su propio hedor corporal. Jamás harían nada sólo a cambio de una rosa y si se la dieran la llevarían a una tienda de ‘Compro rosas’.

Sólo en las rosas vive la esperanza. Sólo en los que se embarran a cambio de una rosa vive la esperanza. Sólo en los que jamás cambiarían su rosa por nada.

Por algo no hay tiendas que compren sueños.
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