09/02/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Todo por la patria! Rezaba, en cerámicas verdes, la entrada del cuartel de la Guardia Civil del Vidanes de mi infancia, a pocos metros de mi casa; y un joven apuesto y uniformado la guardaba en posición de firmas apoyado en un fusil. Hoy es un parque infantil donde las escasas madres desocupadas y las abuelas de buen ver se cuidan de la media docena de niños que, evidentemente, ignoran que la patria, aquella patria, se lo llevó todo, como rezaba el cartel.

El derribo de edificios, o de barriadas enteras de las llamadas ‘casas baratas’ como el que se ha producido en León-Ciudaden estos días, me produce siempre escalofríos. Esas viviendas, hijas de la necesidad, y que cobijaron el hambre del criterio de los políticos sobre los que cayó la responsabilidad de decidir sobre su destino. Cuarteles de la guardia civil que los ‘Roldanes’ de turno derribaron para sacar tajada de la construcción de nuevos e incongruentes edificios; escuelas abandonadas, unas en venta y otras en derribo; chalets vivienda-consulta de los médicos; han ido siendo abandonados mientras asistimos a la aparición en lugares casi deshabitados de: centros de interpretación de la naturaleza, casetas para la información turística, o, en medio de la nada, de un pelado monte, corrales llamados vacunaderosque envejecen apenas se van los albañiles y quedan inaugurados por el presidente vecinal.

Ahora mismo, en Barcelona, los vecinos de Can Peguera han conseguido que el Ayuntamiento les respete sus casitas, cosa que no consiguieron los otros tres barrios construidos por la ‘dictablanda’ de Primo de Rivera en el año 29 cuando la Exposición Universal trajo consigo una limpieza de cara de aquella ciudad al borde del despegue económico. Y era allí, en el Turó de la Peira, donde llegaron los de Cármenes en los años 60 para emplearse en la CocaCola, o en la Hispano Olivetti,reproduciendo usos y costumbres montañesas entre la plebe de los ‘otros catalanes’ de los que trataban los libros del gran Paco Candél, de cuya amistad gocé por largo tiempo. «Han matado un hombre, han roto un paisaje» se titulaba una de sus novelas en la que los charnegos hablaban así: «Hoder, Paquirri, cómo te pareces a Chon Vaine» aunque el que le dio más fama fue ‘Los otros catalanes’ donde estábamos reflejados los inmigrantes que, llegados de la España pobre, encontrábamos en las casas baratas un refugio donde esconder nuestra necesidad y espantar el hambre. Eran, naturalmente, tiempos en los que el hoy ex honorable Jordi Pujol encabezaba las manifestaciones con carteles que pedían «Libertad, amnistía, y estatuto de autonomía». Casas baratas, nacionalismos baratos, todo por la patria en Andorra o las Islas Caimán.
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