Todo lo que sube, baja

Pedro Ludena comenta la película 'Babylon' de Damien Chazelle

Pedro Ludena
27/01/2023
 Actualizado a 27/01/2023
Imagen de la película ‘Babylon’ de Damien Chazelle.
Imagen de la película ‘Babylon’ de Damien Chazelle.
‘Babylon’
Director: Damien Chazelle.
Intérpretes: Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Tobey Maguire.
Género: Drama / Comedia.
Duración: 189 minutos.

En el cine la fórmula del éxito tiene muchas variables, no solo depende de cuantas poseas, sino de como las uses. Una actriz atractiva y talentosa puede tener todas las bazas para coronarse como la reina de Hollywood. Por el contrario, un mero figurante, mexicano e inmigrante, tiene todas las de perder, aparentemente. Pero el mundo del espectáculo es caprichoso y en función de como juegues tus cartas, un día puedes terminar en la cima o en el fango. Del mismo modo, aunque una película reúna a un reparto estelar, un director brillante, una banda sonora sublime y consiga saborear momentáneamente la gloria, eso no impide que acabe cayendo por su propio peso. Ese es el caso de ‘Babylon’, una historia de altibajos que es víctima de su propio mensaje.

Damien Chazelle nos llevó al borde de la extenuación con ‘Whiplash’, nos hizo bailar en ‘La la Land’ y, personalmente, me dejó un poco frío con ‘First man’. Ahora ha vuelto para hacernos reír, pero también para hacernos llorar, invitándonos a los jardines babilonios del viejo Hollywood, solo para ver cómo su destino se une al de la bíblica ciudad.
La primera mitad de la película es adrenalina en vena. Las escenas se suceden a un ritmo trepidante mientras ocurren incontables hechos en cada uno de los planos secuencia iniciales, haciéndonos partícipes del ritmo de vida frenético que soportan los personajes, con un estilo que recuerda a trabajos de Scorsese o Iñárritu. Nada más comenzar te cuela en la madre de toda las fiestas, donde la entrada incluye consumición de droga gratis y sexo sin protección. Este es el primer contacto que tenemos con el loco Hollywood de los años 20, así como el de Nellie y Manny (Margot Robbie y Diego Calva), a través de los cuales veremos el ciclo de vida de cada uno de estos engranajes en la impasible maquinaria del espectáculo, donde un día estás arriba y al otro estás abajo, hasta 2 metros bajo tierra.

Lo esperable es que después de un electrizante prólogo venga un pequeño valle para tomar aire. Pero la cinta te ha enganchado y no va dejar que te sueltes, aún. Lo que sigue es una de las mejores escenas que he podido admirar en el cine. A riesgo de exagerar debo reconocer que, llegados a este punto, ‘Babylon’ estaba siendo una de las películas más entretenidas de mi vida. No podía despegar los ojos de la pantalla. Solo diré que prácticamente todo el primer acto se desarrolla en una jornada de rodaje, repleta de estrellas, platós y directores al borde de un ataque de nervios. Durante una media hora, Chazelle te ataca con todo lo que tiene: acción, tensión, jazz, comedia negra (muy al estilo Tarantino) y una cinematografía inmensa para dar cabida a su elaborado diseño de producción. La cámara no paraba de moverse de un lado para otro, como si la manejase uno de tantos locos que aparecen en pantalla. Sientes la emoción de un rodaje como si estuvieras allí mismo y una vez termina estás tan agotado como si así fuera.

Tan agotado estás que no te imaginas aguantando 2 horas más de delirio. La película lo sabe y baja el ritmo. Sin embargo, al bajar tanto las revoluciones y tan rápido, la cinta se cala. Salvando la primera escena del segundo acto, también un rodaje, que empieza siendo a todas luces una escena aburrida y tediosa, haciéndote mirar el reloj por primera vez, pero donde, sabiendo jugar con la repetición y el básico pero efectivo humor de un cabreo monumental, acabas riendo a lágrima viva. Ese es el momento de pasarlo bien por última vez, porque de ahí en adelante, todo es cuesta abajo.

Se me hace difícil escribir sobre lo que viene a continuación porque, a pesar de haberla visto hace apenas dos días al momento de redactar estas líneas, he olvidado más de lo que me gustaría. Aquí ‘Babylon’ se aparta de toda la locura que tan bien la sentaba y pasa a depender enteramente de su trama para mantener vivo el interés. El problema es que esta no es tan interesante. Salta a la vista su pretensión de plasmar, con un apogeo inicial y su posterior caída, el propio ascenso y desgracia de los personajes protagonistas. Sin embargo, el mostrar cómo se arruinan sus carreras no tendría por qué arruinar la propia historia.

Chazelle no deja lugar a la interpretación, ya sea buena o mala, de su mensaje: lo que Hollywood te da, Hollywood te lo quita. Es una premisa sencilla y clara, pero que se retuerce con rebuscadas alegorías intentando complicarla por encima de sus posibilidades. ‘Babylon’ se recrea en varias, largas e innecesariamente obvias escenas metafóricas donde sólo falta un intertítulo, como en las mismas películas mudas, que rece: ‘esto significa que el mundo del cine esta corrupto’. Una más que comprensible lectura que se puede extraer sin necesidad de que te la arrojen a la cara. Funcionan mucho mejor ciertas escenas más sutiles, todas ellas protagonizadas por el personaje de Brad Pitt, quien da vida a una vieja gloria inspirada en los galanes de la época; de entre las que destaca una conversación acerca de la fama y el posterior olvido. Un oasis en el vasto desierto que es el tercer acto de ‘Babylon’, donde la decadencia y el carácter cruel y amnésico de la industria quedarían más que demostrados sin necesidad de añadidos ni desvíos grotescos, que solo te alejan más y más del argumento principal.

A fin de cuentas, ‘Babylon’ no tira la toalla y en sus últimos minutos trata sobre lo que mejor sabe hacer: cine. La escena final es una celebración de la magia del séptimo arte, que es tan indiferente a las vidas de quienes forman parte de él como al paso del tiempo, convirtiendo una secuencia de fotogramas en un billete a la inmortalidad para aquellos que vivirán eternamente en el celuloide.
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