"Toda la vida de dios se ayudó" y Engracia encendió la Singer

Engracia ya camina hacia los 90 años en su pueblo, Las Salas. Vivía tranquila hasta que estalló esta pandemia que todo lo trastocó. Ella cogió la vieja Sínger que fue de su hermana y se puso a hacer mascarillas, porque "en esta tierra, de toda la vida de dios, siempre se ayudó"

Fulgencio Fernández
31/05/2020
 Actualizado a 31/05/2020
Engracia dice que es vieja costumbre de los pueblos ayudar en caso de necesidad, y a ello se puso para hacer mascarillas, con 89 años. | MAURICIO PEÑA
Engracia dice que es vieja costumbre de los pueblos ayudar en caso de necesidad, y a ello se puso para hacer mascarillas, con 89 años. | MAURICIO PEÑA
Engracia no acaba de ver que sea extraordinario lo que ella ha hecho, ponerse a hacer mascarillas con 89 años, pero nunca le cierra la puerta a la conversación esta mujer y menos a quienes hace unos años ya le hicieron un reportaje a su hermano Jandro, a quien conocían en este valle como Tachuelas. «Es que Jandro era mucho, en cualquier cosa que hubiera allí estaba él, el primero, para trabajar, para la fiesta, para pescar y, sobre todo, para la cantería, era el mejor en eso».

- Pues él también decía que no entendía muy bien a santo de qué le queríamos hacer una entrevista.
- Ahí la tengo, que la conservamos.
- Pues ahora habrá que guardar la suya.

Nos sigue hablando de su hermano y después salta a una de sus hermanas —«fuimos doce y yo soy la pequeña, mira si tendremos historias que contar»—, que era la dueña de la máquina de coser que Engracia arrancó para ponerse a hacer las mascarillas. - Es que la modista había sido ella. Y quería que yo siguiera con la profesión pero a mí me gustaba más la peluquería, aunque no se me daba mal lo de coser.Y lo acaba de poner de manifiesto. En realidad Engracia no tenía una Sínger sino tres máquinas de coser de la misma marca y de diferentes épocas. «Decidí coser con esta de pedales porque es la que tenía en casa, pero es mejor la que tengo en León, que ya es eléctrica y aquí en casa también tengo otra, de manivela, que también funciona». Su hija Marta va a por ella y Engracia la echa a andar: «Mira qué buen sonido tiene, ya casi no me acordada». Un viejo catálogo explica su funcionamiento, es del 1903.Y recuerda Engracia que la otra Sínger, la de pedales, se la compró su hermana a un sastre de Madrid. «Me contaba que le costó 25 pesetas traerla, pero lo que no sé es si las 25 pesetas incluían el precio de la máquina o eran solo por traerla. De aquella los dineros eran otra cosa».Yreflexiona sobre la cantidad de trabajos que habrá hecho esta histórica Sínger. «Lo que habría hecho ya el sastre para venderla. Después todo lo que cosió mi hermana y ahora lo que hacemos en casa».- ¿Y cómo fue lo de apuntarse a hacer mascarillas?- Me dijeron lo del proyecto y creo que es lo que hay que hacer, ayudar siempre que puedas.Y nos cuenta Engracia una historia que jamás ha olvidado, de cuando ella era una joven y acudieron a una de las muchas romerías que se celebran por la comarca. «Estábamos allí y dijeron que había que aportar donativos para casa quemada, creo que de Portilla, y todo el mundo aportó y aquella familia pues podría seguir teniendo su casa. Es lo mismo que ha ocurrido hacer ahora, que mucha gente hemos hecho lo que hemos podido. Ybien contenta que estoy de haber aportado mi granito de arena».

También es cierto que después de este canto a la solidaridad añade el mismo comentario que tanta gente piensa. «Lo que no entiendo es que los políticos no hagan lo mismo y se estén tirando los trastos a la cabeza». Ésa es otra historia.

- Pero no quisiste ser modista para ser peluquera.
- Me gustaba más y, la verdad, se me daba muy bien. Tuve la peluquería en Riaño 27 años, desde el año 60 hasta los derribos, en el 87. Había comprado un local para seguir pero finalmente lo dejé y ya me quedé en Las Salas, para atender a algunos familiares, hasta hoy, que ya me atienden a mí.
- Dice Marta que no, que te arreglas bien sola.
- No me puedo quejar, es verdad.

Recuerda Engracia en su buena salud a su hermano Jandro, quien en aquel viejo reportaje (de 2008) nos recordaba que con 90 años todavía se subía al tejado para arreglar una gotera que teníamos.

- ¿E ir a pescar furtivo, te atreves?
- Calla, que eso está muy penao.
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