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Tocar a muerto

30/04/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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La ciudad de León se convertirá en breve en el escenario del rodaje de una superproducción (cuenta con más de un millón de euros de presupuesto) cinematográfica. Sus autores lo definen como un documental de ficción, porque tiene actores, pero más bien resulta de ciencia ficción, porque trata sobre el Santo Grial. El hostelero Bolaño, de A Fonsagrada, estableció con extrema sabiduría la diferencia entre los géneros cinematográficos: «Llámanlo documental para no pagar a los actores». 200 leoneses participarán en éste como extras, orgullosos, al parecer, de la manipulación de su propia historia, en una iniciativa que ciertamente puede traer a la ciudad a muchos turistas, para los que cada vez hay más atractivos en esta capital provinciana. Como sigamos añadiendo rincones cargados de historia, las visitas van a salir por patas, como cuando amenazas con enseñarles las fotos de tus últimas vacaciones y, además, les va a salir por un pico... En San Isidoro, por ejemplo, se visitaba tradicionalmente el Panteón de los Reyes, pero ahora también se exhibe el citado copón bendito y, por el mismo precio, se puede recorrer además el claustro donde nació la democracia. Podía haber sido en un pesebre, que ya se sabe que en cualquier sitio salta la liebre, pero es en ese lugar donde se demuestra que en los últimos nueve siglosnuestros reyes, dirigentes y representantes del pueblo han ido perdiendo talento, valores y dignidad hasta hacerlos desaparecer prácticamente por completo. La prueba más evidente es otra de las visitas históricas que se propone al turista que llega a León: el Palacio de Botines. Supongo que si escribo que Gaudí era un arquitecto cursi y empalagoso me acusarán de ser poco leonés, así que sólo lo pienso. Ahora hay que pagar por entrar al edificio, sede de una fundación bancaria, y si le enseñas tu declaración de la renta al guarda de seguridad no sirve de nada, aunque ya todos los españoles hayamos pagado el millonario rescate de los desfalcos que se gestaron en su buhardilla, donde se celebraban los consejos de administración de Caja España. Con permiso del que algunos, con muy mal gusto, llaman el Puente de Triana, en referencia al lugar donde fue cruelmente asesinada Isabel Carrasco, recorrer el Palacio de Botines es recorrer el escenario donde se consumaron los delitos más graves para esta tierra. Allí, bajo una lámpara que es en sí misma un monumento a la ostentación, políticos de todos los partidos, de todas las provincias de la comunidad y representantes de todos los sindicatos se garantizaron sus respectivos futuros e hipotecaron el nuestro, algo que no evita que algunos de ellos sean ahora los vigilantes de los nuevos corruptos y nos den lecciones de decencia. Otra parada histórica y por la que ahora el turista también tiene que pagar es, obviamente, la Catedral, donde esta semana un especialista interpretó repiques tradicionales con las campanas y, al ser incapaz de tañer una de ellas, nació la frase que, a poco que uno se deje llevar, mejor resume lo que ha pasado, pasa y seguirá pasando eternamente en esta provincia: «El elevado peso del badajo sólo permite tocar a muerto».
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