Imagen Juan María García Campal

Tiempo de sátrapas

26/05/2021
 Actualizado a 26/05/2021
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Si algo se aprende con los días y años vividos, con sus lecturas y experiencias, es que no hay existencia perfecta. Con suerte, alguna jornada. Sin duda por eso, con el tiempo, se dejade creer en paraísos de cualquier clase. A poco que cada cual se reconozca, que conozca a algún congénere del sexo que sea y, ya no digamos, si algo se conoce de la historia de la humanidad, se mantendrán, además de crecientes dudas, y como mucho, más esperanzas que certezas. Así que como para barruntar paraísos.

Por eso, hoy no escribiré ni loaré –aunque bien son de loar y agradecer– los gestos humanos que, entre tantos otros que habrán pasado desapercibidos, protagonizaron la trabajadora en prácticas en Cruz Roja, Luna Reyes, cobijando la solitaria y extenuada desesperación del senegalés Abdu o el esforzado rescate de un niño por Juan Francisco, el Guardia Civil miembro del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas.

¿Sabemos cuántos menores fueron rescatados por anónimos miembros de las GEAS y ARS (Grupos de Reserva y Seguridad) de la Guardia Civil? ¿Cuántos menores o no fueron atendidos por también anónimos voluntarios de Cruz Roja y otras ONG? No, cumplen su función y callan. Porque bien saben que de ellos, como de los rescatados, como de todas las víctimas del sátrapa marroquí Mohamen VI, como de tantas y tantas otras víctimas de esta deshumanizado mundo, pronto nos olvidaremos. Como siempre hacemos. ¿Nos suena de algo Aylan? ¿Aylan Kurdi? ¿El niño sirio ahogado en la playa turca? Pero si ya hemos olvidado nuestros propios miles de muertos por la pandemia y todo es ya, por ejemplo, ¡aúpa Atlético! ¡Ah, frágil memoria!

No, hoy quiero escribir de otros sátrapas de vario espacio y tiempo, incluso infaustos futuribles, a los que hay que soportar, a veces cerca del vómito, cada día emponzoñando la ya de por sí triste realidad.

Qué decir del contumaz patriotero y embustero pertinaz Santiago ¿y cierra, España? y sus secuaces acosadores y perseguidores de cuanta voluntario de ONG (chiringuito para él y ellos) atienda los derechos humanos de cualquier extranjero, pobre, por supuesto. Deberían recordar –¿será pedir mucho?- a Herman Hesse: «No reniego del patriotismo, pero primeramente soy un ser humano, y cuando ambas cosas son incompatibles, siempre le doy la razón al ser humano».

Qué decir de esos otros sátrapas, algunos tardíos suicidas, que siguen asesinando mujeres.

Mejor luchar contra todos ellos e intentar construir los más posibles instantes paraíso.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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