04/04/2017
 Actualizado a 07/09/2019
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Aunque uno no sea especialmente forofo de las cofradías de Semana Santa y de las procesiones, no por ello dejamos no solo de respetarlas y admirarlas, sino que deseamos que permanezcan siempre. Ya sabemos que hay gente deseosa de eliminarlas o de reducir la Semana Santa al ámbito privado. Pero no tendrán la suerte de salirse con la suya, puesto que están demasiado arraigadas. Otros, haciendo el ridículo, hacen sus contra procesiones laicas, llegando incluso al insulto blasfemo. Digamos que es uno de los contrapuntos que hacen más auténticas las celebraciones cristianas. Al fin y al cabo la primera Semana Santa consistió fundamentalmente en la burla y el desprecio a Jesús, llevándole a la muerte. Ni con esas acabaron con él. Veinte siglos más tarde sigue convocando multitudes. Y eso nos alegra enormemente.

Pero la auténtica pasión de Cristo no es la que consiste en las representaciones que de ella se hacen en nuestras calles con bellas imágenes, fruto de la inspiración de artistas geniales o más modestos. En palabras del propio Jesús allí donde hay una persona que sufre, que pasa sed o hambre, que está desnuda o mal vestida por su pobreza, que está enferma o en la cárcel, en esa persona está el mismo Jesús. Tanto si se le ayuda como si se le desprecia y margina, es al mismo Jesús as quien se le está tratando bien o mal. «Lo que hagáis o dejéis de hacer a estos, me lo estáis haciendo o dejando de hacer a mí».

Entendemos que se pueda tener mucha devoción y respeto a una imagen de Cristo o de María, de madera, de piedra o de escayola…pero mientras haya otras imágenes vivientes, de carne y hueso, que sufren de verdad, que se identifican con el mismo Jesucristo,y por las que no se hace nada para aliviar ese sufrimiento, se está cayendo en una grave contradicción. Por eso resulta sumamente incoherente que se ponga todo el énfasis en las procesiones, olvidando al Cristo real que está en el prójimo y también en la Eucaristía.

Mucho se ha luchado y se sigue luchando para que las cofradías de Semana Santa no reduzcan su actividad a unos momentos puntuales, olvidándose el resto del año de vivir un serio compromiso cristiano. Afortunadamente son muchas en las que ya se está dando este proceso de reconversión. Y lo que decimos de las cofradías sirve para todos aquellos que de una u otra forma pretendemos celebrar la Semana Santa.

¿Qué pensará el Señor de nuestras procesiones mientras él sigue sufriendo en los campos de refugiados, en las cárceles, navegando en pateras, pasando sed y hambre o persecución?
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