25/04/2020
 Actualizado a 25/04/2020
Guardar
Para mí sería muy fácil hablarles hoy de la primavera; sin embargo, mi conciencia no me lo permite. Soy opinadora. Escribo en libertad. No soy ninguna experta, sólo una mujer poeta, políticamente incorrecta que, sin ánimo de contribuir a atizar un clima de crispación y controversia, sí aspira a encender en sus mentes una alarma que nos permita analizar la situación con cierta claridad en medio de tantos bulos, fakes news y manipulación gubernamental de medios ‘oficiales’ (subvencionados a mansalva). ¿De verdad alguien puede tragarse la versión propagandística de muchas televisiones? ¿Hay quienes todavía creen que la sociedad está satisfecha con la gestión que se está haciendo en España para combatir ese demonio llamado covid-19? ¿Qué pasa con los falsos perfiles en la red? Sé que existe siempre, de uno y otro lado, un gran nicho de fanáticos que seguirían adorando al César, aunque le viesen en directo huyendo con oro, pero observando cómo otros países ya empiezan a salir del confinamiento y tienen muchas menos víctimas, ¿no se plantean que algo se está haciendo mal? ¿Hasta ese punto podemos estar ciegos? Yo amo a mi país, pero más amo a quienes viven en él, a sus ciudadanos, por encima de siglas, poderes y banderas.

¿Cuándo se acabará el encierro? Cuando nos hagan test masivos, 100.000 por semana como mínimo. Sin ellos permaneceremos confinados sine die. ¿Por qué el Gobierno no los hace? Compró material defectuoso a un precio desorbitado a una empresa concreta y ha repetido la operación porque considera que se merecen una segunda oportunidad. Sin test no hay salida. Conclusión: pidamos test a todas horas y mejor a varias empresas. Transparencia, consenso. Si no hay un gran Pacto de Estado en plena Emergencia, un pacto que represente al 80% de los españoles y no a un 40, demostraremos tener poca sensibilidad e inteligencia. Si vivimos un tiempo de lágrimas, vivámoslo despiertos y unidos. Mirar hacia otro lado no sirve de nada.
Lo más leído