Teresa Álvarez: "Mucho les dí de comer a los del monte"

Fue enlace de la guerrilla, dos veces viuda, la segunda cuando mataron a su marido acusándolo de haber matado a Girón y exponiéndolo en público durante 10 días, junto a Girón. "Él no fue, que estaba en Casaio, en la mina, pero Cañueto era un traidor"

Fulgencio Fernández
05/07/2020
 Actualizado a 05/07/2020
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Dentro de las historias que recupera el proyecto Vencidxs hay una que quedó sin concluir al fallecer su protagonista, en 2012, pero uno de los guionistas del mismo, el fotoperiodista Aitor Fernández, recuperó posteriormente la entrevista que le había hecho aTeresa Álvarez, cabreiresa de Castrohinojo y enlace de la guerrilla en su tiempo, que vivía en una residencia en Ponferrada. Había nacido en 1912 y falleció en 2006. La entrevista se la había hecho en el año 2002, en Ponferrada.

Cuando yo era pequeña iba por los pueblos con mi padre, pidiendo, cuando venía una fiesta. Aprendí a tocar el pandero, mi padre tocaba la gaita, y tocábamos los dos Una historia para no olvidar. Teresa le ponía en contexto a Aitor relatando los años anteriores a la guerra, recordando su infancia: «Recuerdo que me gustaba mucho bailar. Cuando yo era pequeña iba por los pueblos con mi padre, pidiendo, cuando venía una fiesta. Aprendí a tocar el pandero, mi padre tocaba la gaita y yo el pandero, ¡hacíamos un contraste! Pasé una juventud muy buena, pero me casaron de 19 años. Yo no quería casarme, pero entonces los padres casaban a los hijos. El día que me enteré venía para el pueblo y me lo iban diciendo, me decían: ‘Felicidades, ¡que te casas!’. Yo no sabía nada, pero mi padre quería tanto a ese chico… ».

Y seis años después se quedó viuda, y con dos hijos, bastante sola por lo que otros siete años más tarde, con 32, se casó con un primo carnal, Elías. «Su padre tenía un capital muy fuerte y fincas y, claro, me cargaron la conciencia con tanta finca y yo vi que eso era lo mejor para mis hijos. Y no salió mal, que fuimos felices, tuvimos otros tres hijos».

Me casaron con 19 años, yo no quería casarme, pero entonces los padres casaban a los hijos, yo me enteré cuando iba por la calle y los vecinos me felicitaban por mi boda  Pero llegó la fatal posguerra, muy dura en la Cabrera, donde el nombre de Girón sobrevolaba sobre todo y también afectó de manera cruel a la familia de Teresa. Relata ésta que Elías había tenido un enfrentamiento, por acompañar a una chica, con Cañueto y esto parece que le costó la vida, su mujer se mostraba convencida de ello. «Cañueto era un traidor. Quiso ingresar con los del monte y lo hizo, con permiso de la Guardia Civil, para matar a Girón. Cuando lo mató, quiso presentar a mi marido como si él hubiese sido el que lo hubiera matado. Aquel día mi marido estaba trabajando en una mina de wolfram en Casaio. Lo cogieron y lo mataron. Luego los expusieron diez días, a mi marido y a Girón».

Viuda por segunda vez y con cinco hijos. Y señalada pues ella sí se confesaba de «una familia de izquierdas y mi padre había colaborado con la guerrilla». Sin embargo, su marido no estaba implicado. «Elías no estaba metido en la guerrilla, pero los ayudábamos, vivíamos con ellos. Toda la Cabrera los ayudaba. Había que darles de comer porque iban con una pistola y si decían: ‘Queremos mesa para tantos’, pues había que hacerla. Y los jamones, si había, dárselos a ellos, ir a trabajar con pan y cebolla. Sábanas, colchones, la mejor carne, todo se lo teníamos que dar».

Cañueto, que era un traidor, mató a Girón e hizo creer que había sido mi marido, que estaba trabajando en Casaio. Lo mataron y lo tuvieron 10 días expuesto con GirónRecuerda Teresa aquellos años como muy duros, con visitas constantes a cuarteles para declarar, con mucho miedo, muchos apuros, pero ella siguió colaborando, llevaba propaganda ‘roja’ hasta Villablino en tren... «A mí nunca me gustaron las derechas ésas. También lo hacía por si alguien nos ayudaba, en Europa. ¡Más tarde me riñeron mucho los hijos! También otras veces íbamos de noche a pegar propaganda una vecina y yo en los camiones. ¡Si me pillan también haciendo eso…! Ahora ya ha pasado todo y ya podemos hablar de eso», le contaba la antigua enlace de la guerrilla a Aitor Fernández.

Pero asegura que no pasó mucho miedo —sus hijos decían que era una inconsciente— porque «no había traidores entre los nuestros, no los dejaban, porque los del monte implicaban a todos los del pueblo. Yo vivía en la primera casa y el primer día llegaron y pidieron mesa para siete. Pero al día siguiente avisaban a otra, hasta que comieron en todas las casas. Sólo uno, al cartero, que sí tiraba un poco para las derechas, le dieron un susto y ya se calló, ya no dijo nada más».
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