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Tenemos una fuga

13/10/2019
 Actualizado a 13/10/2019
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En su despacho del cielo, supongo que el mismo que antes de su llegada ocupaba Dios, Steve Jobs debió de retorcerse esta semana al saber que Apple había desatado la furia de la Unión del Pueblo Leonés. Creía haber alcanzado la perfección creando a Siri, el asistente fiel como un perro y listo como un tertuliano (¿o es viceversa?), pero resulta que enviaba a Valladolid a quienes le pedían que les llevase a León. El error podría haber sido con cualquier otra ciudad, los más leonesistas hubieran perdonado que Siri trazase la ruta hasta Lyon o León de Guanajuato, incluso repetirían vocalizando exageradamente cada sílaba si los mandara a Gijón, pero se da la circunstancia (una expresión tan usada en este tiempo entre campañas...) de que el error fue con Valladolid y eso agita el gran fantasma de nuestro tiempo: herir sensibilidades. ¡Tenemos una fuga! El talento y la riqueza se nos van por el mapa. Algunos ya encontraban explicación al centralismo, el motivo último por el que las inversiones terminan siempre en el mismo sitio, y los más paranoicos creían escuchar en el asistente virtual la voz de Rodolfo Martín Villa poniendo y quitando comunidades autónomas. En realidad, es una pena que el gigante tecnológico haya corregido el fallo en la actualización de sus dispositivos más modernos (imagino las carreras por la sede de Cupertino y el temor a una llamada de Sendino), porque se le podían echar tantas culpas al error de Siri... El debate sobre la capitalidad de Castilla y León, por ejemplo, había quedado resuelto y no teníamos que perder más el tiempo. Ya sabíamos por qué ninguno de los candidatos a presidente del Gobierno pasa por León en la enésima pre-campaña ni seguramente lo haga en la enésima campaña. Descubrimos también por qué la reforma de la sanidad pública consiste en cerrar los consultorios de pueblo, esa reforma que fue anunciada con nocturnidad y rectificada con alevosía y que más que probablemente se ejecutará en cuanto pasen las elecciones. No nos va a quedar más remedio que aprender a hablar con las máquinas, que es lo que queda por esta tierra, aunque tampoco ellas nos den la razón. Sin ir más lejos, para conseguir cita con el médico ahora hay que hablar con otro amable asistente que ha sido recientemente modernizado y que te viene a plantear tantos problemas que a Astérix y Obélix les fue más fácil superar ‘Las 12 pruebas del César’. Te pasas el día firmando autorizaciones para cumplir con la Ley de Protección de Datos y, en cambio, para curar un catarro te van cantando los nombres y apellidos de todos los que nacieron el mismo día que tú, por si queréis celebrar el cumpleaños juntos. Cuando al fin consigues la cita, te sientes como si hubieras aprobado una oposición. Imaginas a un anciano enfermo en cualquier pueblo de la provincia discutiendo con el aparato, piensas en que después de conseguir un médico le queda el reto de conseguir las medicinas, y no sabes si nuestros dirigentes tienen más motivos para sumarse a las celebraciones del Día de los Mayores o a las del Día de la Salud Mental. Al final, lo que decía Siri no era tan distinto de lo que dicen Francisco Igea o los proyectos de ley de reordenación del territorio. Pero el victimismo no nos lleva a ninguna parte y a los leoneses nos acusan de ser excesivamente victimistas. El error del más famoso de los asistentes virtuales también puede traer sus beneficios para esta provincia. Sin ir más lejos, el próximo fin de semana se celebra aquí un certamen nacional de tunas y, con un poco de la suerte que nos ha negado la Historia, quizá sus participantes no hayan actualizado sus teléfonos y se guíen por las indicaciones de Siri.
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