17/02/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
"Somos lo que queda después del fuego./ Aunque no queramos darnos cuenta,/ los ángeles ya han comenzado a bajar el telón".

Lo sabemos, pero preferimos ignorarlo. Este viaje se acaba en algún momento, pero es injusto cuando se termina demasiado pronto, cuando aún queda tanto por ver y por hacer. El escritor Fermín López Costero nos ha dejado este jueves. Se ha ido sobre un camino de versos construido palabra a palabra durante toda una vida. Versos como los que inician esta columna, del poema Telón, el último de La fatalidad, un poemario publicado hace cuatro años. Cinco llevaba Fermín peleando contra esa fatalidad.

Un lustro en el que ha escrito, si la memoria no me falla, dos poemarios, el extraordinario libro de microrrelatos Teatro de Sombras, nominado al Premio Setenil, y un ensayo sobre la revolución irmandiña, que presentó hace sólo unos meses. Fue la última vez que apareció en público. "Levantarse de la cama para eso le costó un mundo", nos contaba a los amigos Isabel, su compañera y apoyo en estos años tan difíciles.

La capacidad de trabajo de Fermín y su calidad ha sido increíble. Parecía escribir como si le fuera la vida en ello. Y así era. Deja, dice la poeta Ester Folgueral, una de sus grandes amigas, dos obras sin terminar. Y eso le daba rabia.

Fermín López Costero tenía una ironía tan aguda que dolía. A finales de enero, escribía en su cuenta de Facebook: "Me han diagnosticado obsolescencia programada. Y lo peor es que la garantía hace mucho que ha caducado". Cuando lo leí, fui incapaz de dejarle un comentario.

Hemos hablado mucho de Fermín estos días, hemos revivido conversaciones y momentos con él, compartido versos y cuentos, sus palabras, pero toda la poesía parece inútil ahora -aunque no lo sea- para enfrentar su partida, el dolor de una familia que queda, de un hijo.

Se dice siempre, pero es verdad: lo mejor que podemos hacer es recordarle y seguir leyéndole. Sumergirnos en sus versos,que en estos momentos nos convienen como un bálsamo, como los de su poema Tanta tristeza: "La tristeza monta un caballo ciego/ que galopa sobre alfombras de niebla". Una niebla que estos días ha bajado hasta los ojos.
Lo más leído