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Teléfono escacharrado

27/08/2020
 Actualizado a 27/08/2020
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Hace tan solo unos días, una familia que regenta un bar de Villamanín se vio obligada a desmentir una serie de positivos por Covid. Antes, el Ayuntamiento de Boñar hizo lo propio con un supuesto brote en una de sus instalaciones y una carnicería de Villamuñío también tuvo que enfrentarse a las consecuencias de un bulo. A buen seguro que en los últimos meses puede reconocer algún teléfono escacharrado similar en su rellano, en el mercado de la plaza o en según qué periódico. En estos tiempos de pandemia, la desinformación y ese hermano siamés que tiene en el estigma social son los únicos que consiguen volar más rápido que las malas noticias.

Cortar esta cadena de transmisión de acusaciones infundadas y juicios de valor también es responsabilidad de todos. Hasta ahora, se ha abordado poco cómo gestionar este tipo de actitudes en un contexto social casi tan delicado como el sanitario. Nadie, ni el más borrego de los negacionistas, elige si contagiarse o no. Por ello, creo que de señalar con el dedo a alguien no debería ser nunca al positivo, que bastante tiene ya con padecer una enfermedad que lo mismo solo hace cosquillas que saca con los pies por delante, sino al insolidario. A ese cretino de órdago a la grande que no respeta tres normas de parvulitos: ponte mascarilla, lávate las manos y limita los contactos sociales por un tiempo.

No se puede colgar el sambenito de imprudente a todos los positivos, puesto que un gran porcentaje de ellos lo son pese a cumplir con la legalidad. Llevar al patíbulo y someter a un tercer grado a cada contagiado no ayudará a reducir los nuevos casos. Por ejemplo, si insistimos en prejuzgar y discriminar será más difícil que alguien con fiebre cumpla con el protocolo y se quede en casa de forma preventiva sin ir a trabajar. Alarma no es lo mismo que alarmismo y rastrear es más útil que estigmatizar. Que hay que normalizar esto vaya, que va para largo.

Los esfuerzos colectivos deben centrarse en corregir las actitudes irresponsables de unos pocos, no en ser parte de un teléfono escacharrado. Y es que en boca cerrada no entran moscas y en boca con mascarilla no entran virus. Bueno, sí que entran... pero menos.
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