28/11/2019
 Actualizado a 28/11/2019
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Pues para esto, que no nos hubieran quitado el teleclub. Es verdad que el del paraíso redipollejo se usaba ya más bien poco, para las meriendas de los que entonces éramos unos micos, para jugar las finales de los campeonatos de tute y mus sin el ruido de los bares y las orquestas... Y poco más. Pero para habilitar un consultorio que se habrá utilizado no más de media docena de veces y por el que ya hace bastante tiempo que no pasa el médico, que no nos hubieran privado de aquel viejo rincón, que tenía su encanto, con una tele que no funcionaba, libros de la antigua escuela –transformada también, pero en una casa rural que por lo menos tiene uso– y varias piezas de caza disecadas. El caso es que aquello ya es historia y tenemos un flamante consultorio. Cogiendo polvo, pero lo tenemos. Y ahora dicen que va ser de proximidad y que el médico va a ir raudo y veloz cuando se le llame por teléfono –siempre que haya cobertura– para atender al paisanaje a pesar de que acto seguido tenga que desplazarse al pueblo de al lado en caso de que necesite ir a la farmacia.

Veremos qué sucede con esta reforma, que unos venden como si hubieran descubierto la fórmula de la naranjada y otros critican porque sí y sin plantear alternativas que no pasen por gestionar la sanidad como si el dinero público manase de una fuente.

Cosas de la cosa pública, ya sabe usted, avezado lector. Lo proclamó en su día el inane Mariano –casi añorado en estos tiempos– cuando dijo aquello de que cuanto peor, mejor. Y en esas estamos, si fracasa la reforma de la sanidad rural, mejor para los de la gaviota y los de la rosa, que culparán a los que creían haber descubierto la fórmula de la naranjada. Si un diputado ha de dimitir por engañar con su currículum, a ninguno de los líderes de su partido se le pone la cara colorada, puesto que solo están pensando en cómo colocar a otro que sea de su cuerda, sea cual sea la cuerda.

Sigan, sigan... No dejen de mirarse el ombligo y pisar el callo del de enfrente, que las urnas se irán vaciando como los pueblos y cada vez habrá más gente que, en vez de ir a votar, se quede pasando la tarde en el teleclub.
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