Telareros 'pre-goretex'

04/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Los leoneses somos muy telareros, bueno los de los pueblos que los capitalinos son otra cosa desde que los domingos servían para pasear por Ordoño y poco más.

Somos muy telareros o nos obliga el cierzo. O el burgalés o el utano, o como le llamen en tu zona, pero que a fin de cuentas es ese viento que te corta la cara y te encoge el alma.

Y frente a cierzo y nieve, vientos y desasosiegos, nos hacemos telareros todos aquellos que somos de la generación de la madreña y anteriores a la del ‘goretex’, las botas pre-esquí y todas esas cazadoras que acabaron con las trenkas y los anoraks «de toda la vida de dios», que decían aquellas abuelas con refrán para cada minuto del día.

Ser telarero es combatir las inclemencias con lo que encuentras en el baúl o andaba perdido por el desván. Lo práctico.

Y nada había más práctico que el viejo tabardo, al que no le entran ni las balas y, si hace falta, se meten unos periódicos debajo. Nada más práctico que sacar la capucha, que proteja bien las orejas que el frío es de mucha infección...

Y dos cachas mejor que una.

Y que salga el sol, o el cierzo, por Antequera, que no sé a cuento de qué se dice pero siempre se dijo así.

No hay telarero que pase frío... y ande yo caliente.
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