Teatro en el Seminario que no un Seminario de teatro

El Seminario y los seminaristas son ‘figuras’ recurrentes en la memoria de esta provincia. Son miles los leoneses que se formaron en sus aulas, llegados de todos los pueblos hasta llenar aquel seminario menor que llamaban "la fabricona", aunque no todos llegaban al Seminario Mayor, acabaron sus estudios de Teología o llegaron a cantar misa. Muchos sí

Fulgencio Fernández
16/05/2022
 Actualizado a 24/05/2022
El público en una de las representaciones que se realizaban. | FERNANDO RUBIO
El público en una de las representaciones que se realizaban. | FERNANDO RUBIO
Hubo décadas en las que miles de leoneses "con estudios", como se decía entonces, habían pasado por las aulas de diferentes seminarios. No solo los de León, Astorga, La Bañeza o Valderas, por citar algunos, también las numerosas preceptorías a las que acudían niños de diferentes comarcas. Famosa es la de Lois, pero hay muchas más: Vidanes, Morgovejo, San Feliz de Torío, Valdavida, Otero de las Dueñas, Vegarienza... o el preseminario de Santibáñez de Porma, ubicado en la finca que fue de la poderosa familia Arriola y que la madre regaló al obispado después de que los maquis mataran a su hijo en un rocambolesco secuestro con intento de engaño al disfrazarse un capitán de la guardia civil de mujer para hacerse pasar por la madre del joven ingeniero.

La historia realmente comenzaba antes, cuando algún sacerdote formado para ello iba recorriendo las escuelas de los pueblos de la provincia, los maestros les hablaban de los chavales más espabilados y después el cura le ofrecía a las familias la posibilidad de ir al Seminario, a estudiar para cura. "Di mejor a estudiar, porque muchos lo dejaban antes de cantar misa y otros muchos lo dejaron con la misa cantada pero se llevaron la formación... Que leer a Virgilio en latín es un privilegio que no tienen todos", contaba el ex seminarista Carlos Aláez en un viejo reportaje de la desaparecida La Crónica.

José Antonio Llamas, poeta, que pasó por el Seminario de Vidanes (preceptoría) y León siempre muestra veneración por su maestro Antonio G. de Lama —él siempre dice G. de Lama— y al hablar de él dice que antes de seducirlo con aquellas clases magistrales en las que les preguntaba «¿de qué queréis que os hable?» recuerda cuando fue a Vidanes a buscar chavales para el Seminario: "No me preguntó el catecismo, ni de literatura, ni física... me preguntó por los pájaros que se veían por la ventana volar sobre el Esla, me habló de los alabancos...".

Anda por ahí otro viejo reportaje en que se contaba cómo la mayoría de los políticos leoneses de los partidos de izquierdas habían pasado por el Seminario o habían sido curas: Gente como el histórico socialista berciano José Álvarez de Paz, el presidente de la Diputación de León Alberto Pérez Ruiz, el eurodiputado Eusebio Cano Pinto, Dionisio Llamazares, alto cargo del ministerio curiosamente para relaciones con la Iglesia y un largo etcétera. ¿Los recuerdos? Delo más diversos; unos inciden en la formación, en algunos casos musical —como Adolfo G. Viejo; literaria, el citado Llamas, Fierro, Ernesto Escapa o Agustín Delgado y en muchos casos política. Otros recuerdan el frío que pasaron olos garbanzos que comieron. J. Nicolás Fernández no volvió a probar ensu vida ni los garbanzos ni el pollo después de pasar porSantibáñez de Porma, el Menor y el Seminario Mayor.



Curiosamente son de su curso y de su época los seminaristas que aparecen en las fotos que este lunes rescata Fernando Rubio, de 1972, conuna función de teatro en aquel Seminario que aún tenía las aulas bastante llenas. Cuando ahora aparecen noticias de que uno o dos acaban sus estudios...

Reflexiona, como hace cada semana, Fernando Rubio sobre aquellas fotos y aquellos recuerdos de 1972. Son las reflexiones, recuerda, de un agnóstico, "que no un ateo" que escribe: "Al observar la alegría que muestran los espectadores: seminaristas, sacerdotes e incluso el propio obispo Larrea, me ha recordado una frase basada en la 2ª Carta a los Corintios de San Pablo: ‘Para ser colaboradores de la alegría de los demás, en un mundo a menudo triste y negativo, es necesario que el fuego del Evangelio arda dentro de vosotros, que reine en vosotros la alegría del Señor. Sólo podréis ser mensajeros y multiplicadores de esta alegría llevándola a todos, especialmente a cuantos están tristes y afligidos".

Tiene Rubio una especial cercanía con el obispo Larrea, tal vez porque fue el que le tocó tratar ensus años de reportero de prensa o por su amabilidad cuando antes de tomar posesión les concedió una entrevista en su pueblo vasco y en su casa. Y entra en el análisis de algunas de las expresiones que se utilizan ‘contra’ los curas: "Saber latín y vivir como un cura, son expresiones populares con las que intentan explicar, los que no tienen tal vocación, las habilidades y la buena vida del que elige ese camino. Pienso que no es fácil ser cura o, por lo menos su formación es tan compleja como cualquier carrera universitaria, con dificultades añadidas por sus propias limitaciones y exigencias. Es o debe ser fundamentalmente vocacional".

Y remata sus reflexiones apuntando que "Tengo un gran respeto por los buenos sacerdotes y religiosos (la mayoría), a pesar o gracias a mi condición de agnóstico, que no ateo. Y prefiero no hacer comparaciones con otras actividades mucho mejor pagadas y que no exigen "casi" preparación mientras ellosdeben estudiar varios años de Filosofía y Teología".

En fin, que hay muchas aristas. No me faltará, como tantas veces, la carta de un afectado que me recuerda que hubo curas que le denunciaron por trabajar en domingo, otros que delataron a su padre en la posguerra...

Lo de hoysolo era una obra de teatro.
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