Tatuado

10/05/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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Hablar de buen tiempo en León en los últimos años es una tarea difícil. Los refranes ya no surten efectividad como antaño, aún así, celebramos con agrado los días que luce el sol y este calienta los suficiente para ir sentándonos en terrazas. El calor como siempre en León llega tarde y cuando parece que se va a quedar, de un día para otro, recibimos un varapalo que nos obliga a regresar al abrigo de plumas y como bien indica Guzmán, si no te gusta León, ahí tienes la estación. Y con el calor, personalmente, ya llega la cantinela de todos los años, camiseta de manga corta y a lucir tatuajes. Ahora ustedes, como muchos otros, podrán estar pensando y yo les contesto que sí, que no son calcomanías de las que vienen con los Phoskitos o el Tigretón, de los que si te frotas con la esponja aún por fuerte que lo hagas, allí siguen estando. La sorpresa para muchos que no me conocen al ver la tinta bajo mi piel se convierte para mi en un ritual con la llegada del verano, no es que tenga que dar ningún tipo de explicación, pero suelen pedirla y por mucho que pueda hacer uso del ingenio, la respuesta es siempre la misma, cuestión de estética, gustos y preferencias. Mis padres querían un chico con camisa polo, jersey al cuello y mocasines, por lo que la mayoría de mi ropa siempre tuve que comprármela yo, algo que tengo que decir que me espabiló mucho al tener que buscar fuera de casa la manera de ganar dinero. Los tatuajes no impiden sacarte estudios superiores, ni ganar trofeos y medallas deportivas, ni mucho menos, dificultad a la hora de encontrar amigos y ser sociable. Tengo que decirles por otra parte que no he sido marinero, ni legionario y las prisiones me dan bastante respeto para no tener que habitar una cama en esas instituciones. No es cuestión de moda, es de principios, de los que nunca podré arrepentirme, por lo que no me verán en una de esas clínicas que prometen la eliminación de un tatuaje, pero lo cierto y valga la redundancia, no es tan cierto. En España, año 2018, aún seguimos viviendo bajo el amparo de los prejuicios y los estereotipos, algo de los que muchos, entre los que me incluyo yo mismo, nos deshicimos hace décadas y a lo que les invito hacer. Hay términos que ya están caducos, ‘cheli’, ‘pintas’ o ‘chungo’. Así pues, hagan caso al profesor del instituto Güiskicheli «saca el güisqui cheli para el personal, que vamos hacer un guateque jalando con la moto a ‘to trapo’, a las ‘gachises’ esta canción».
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