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Tarantino y la guerra de los sexos

23/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Es lo único excitante de este siglo», me dice mi hermano, muy activo en redes, cuando me quejo de que últimamente todo en España gira en torno a la guerra de los sexos. Los columnistas se lanzan pullas entre ellos. Algunos llegan a la sangre –figurada– en Twitter. Los partidos políticos lo tienen en sus programas. Igualdad versus «mal llamada violencia de género» –sin comentarios– en sus programas. Cualquier tema es susceptible de convertirse en arma arrojadiza para los dos bandos. Pero, ¿de qué bandos hablamos? Unos llaman a otras feminazis; ellas a ellos machistas, representantes de la cultura patriarcado. ¿Lo son en realidad?

Sinceramente pienso que solo hay un mínimo porcentaje de unas y de otros. Que el ciudadano medio es más tolerante de lo que creemos –con terroríficas excepciones, claro, como manadas o sentencias machistas–. Y que en la media hay mucha pose. Griterío de redes sociales.

Por ejemplo, la última polémica. Que de pronto alguien escribe que ‘Érase una vez en Hollywood’, la película de Tarantino ambientado en Los Ángeles en 1969, es un alegato antifeminista y lo celebra. Es un punto de vista. Todo lo podríamos ver desde ese punto de vista. Todos los westerns o las películas de James Bond son alegatos machistas.

Qué aburrimiento. ¿No hay otro punto de vista? Ese del patriarcado ya me lo sé.Escriben: Tarantino se burla de las mujeres hippies empoderadas que, en el fondo, representan a las feminazis de nuestra época, ¡por fin alguien se atreve a hacerlo! Y yo pienso: perdón, eso no es así. Se burla de los hippys enloquecidos, drogados, una especie de secta siniestra que siguió a Charles Manson y asesinó salvajemente a Sharon Tate, la mujer de Polanski. Que son dos cosas muy distintas. No veo mujeres hippys empoderadas en la película, más bien veo mujeres esclavizadas por la secta de Charles Manson. La cinta de Tarantino retrata con humor y crudeza el final de los años 60 y del sueño hippy. No tiene nada que ver con antifeminismo. Los protagonistas son dos hombres, amigos, un actor de acción y westerns en decadencia –Di Caprio– y su doble –Brad Pitt–. Di Caprio es un histriónico histérico un poco ridículo, y el otro una especie de antihéroe bruto y no muy listo. Tampoco es que sean dos modelos masculinos perfectos precisamente. Nadie es perfecto en esa película porque no se trata de eso. Es de Tarantino, hombre, se ríe de todos y de todo. De esta polémica absurda se está riendo ahora mismo sin ir más lejos. En fin, ya he caído en la guerra de los sexos. Es entretenida, ¿no? Pero a mí, la verdad, me resulta cansina. Por ambos bandos. Hala, ya podéis odiarme todos.
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