"Suscribo a Llamazares, escribo para soportar vivir"

El editor y escritor leonés Joaquín Alegre regresa a la poesía con ‘Cuaderno de arena’, que este jueves presenta en el Instituto Leonés de Cultura

Fulgencio Fernández
19/03/2015
 Actualizado a 14/09/2019
El editor Joaquín Alegre presenta esta tarde su segundo libro de poesía, ‘Cuaderno de arena’ (en una editorial de la ‘competencia’, Eolas). | CARLOS S. CAMPILLO (ICAL)
El editor Joaquín Alegre presenta esta tarde su segundo libro de poesía, ‘Cuaderno de arena’ (en una editorial de la ‘competencia’, Eolas). | CARLOS S. CAMPILLO (ICAL)
Leonés de Villacedré, biólogo por la universidad de su tierra, autor de publicaciones científicas, de guías con otro sabor, editor de larga trayectoria, y poeta semiclandestino. En el año 2000 publicó su primer poemario en la editorial donde trabajaba (Edilesa) y ahora publica el segundo en una editorial de la competencia (Eolas). Se titula ‘Cuaderno de arena’ y este jueves lo presenta (a las 20 horas) en el Instituto Leonés de Cultura.

– Allá por el año 2000 nos sorprendió con su ‘Diario de un naufragio interior’ y ahora reaparece, en la competencia, con ‘Cuaderno de arena’ ¿Dónde estaban escondidos el poeta y el libro.
– Escuché en cierta ocasión a Julio Llamazares la que para mí es la mejor definición de ese acto incomprensible que es escribir: «no para quedar, sino para soportar vivir». Por qué se enfanga uno con una frase, por qué le da vueltas mientras conduce, por qué le desasosiega aquél adjetivo que no termina de cuadrar... Pues eso: «para soportar vivir». O tal vez para ser el último, pero uno de los que caminan por ese territorio literario que es otra vida pero que está en esta, parafraseando a Paul Éluard.

Sentiría gran satisfacción si alguien al leerme siente la misma turbación que yo al leer a Mestre o Gamoneda –¿En qué fuentes bebe un poeta que, además, es editor?
– A algunos, si nos borraran del disco duro a Fray Luis o a Machado o a Hernández o a Otero, nos dejarían huérfanos. Desde luego que esto no nos hace ni mejores ni peores, ni siquiera distintos.

–¿Yel biólogo también está ahí, en la poesía?
– Me gusta mucho ese pasaje que cuenta Saramago: su padre despidiéndose de los árboles de su huerto porque presentía su muerte. Para muchas personas será una estupidez, pero otros entendemos perfectamente ese afecto por unos seres que no te lo pueden devolver y nos parece un sublime acto poético. Así que en la soledad de la noche y buscando ser tan sensible como el padre analfabeto de Saramago rellené cuartillas de renglones torturados por infinidad de tachones. Salió esto que ha estado años en un cajón hasta que los amigos de Eolas decidieron la imprudencia de editarlo. Ya les dije que no soy responsable de su entusiasmo.

–Algunos, más bien muchos, de los versos  de este nuevo libro nos remiten a pasajes tristes, duros, con cierta desesperanza. Por ejemplo: «Escribo… Es un ejercicio amargo, es purga y sangría al desconsuelo».
– Una de las primeras personas a las que entregué un ejemplar, buscando su complicidad poética, fue a Máximo Gómez Rascón, y en un plisplás me hizo un análisis que me dejó el miedo metido en el cuerpo, demostrando a la vez su enorme erudición y su generosidad. Me dijo: «es un libro triste, Joaquín, pero ¿cómo escribir hoy en la felicidad?» Me trajo a la memoria la sentencia de Adorno: «Escribir poesía después de Auschwiz es un acto de barbarie». Y así me quedé con ese frío en el alma.

Es un libro triste pero recuerdo la frase de Adorno: Escribir poesía después de Auschwiz es pura barbarie  –También escribe que «ya sabría que no hay cuerpo / donde tatuar tanta falacia y trenzaría / tus venas para ahorcarme» ¿Quiere turbar nuestra paz?
– He de confesar que sentiría una enorme satisfacción, si alguna persona al leer esas estrofas siente la misma turbación que yo cuando  leo a Gamoneda, a Colinas, a Mestre, o a Prado... He masticado durante «siglos» esa frase de Julio Llamazares: «Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos». Para terminar siempre diciéndome: «joder, qué tío, y eso que no escribe para quedar»...
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