10/07/2019
 Actualizado a 14/09/2019
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¡Aviso!: el título se refiere única y exclusivamente a los diputados y diputadas del Congreso o cámara baja. Lo digo presto porque así me ahorro especificar las señorías a las que no me dirijo, perdón, me refiero y que, de especificar, me ocuparía gran parte del espacio disponible, dos mil quinientos caracteres, de los que en el punto aparte ya habré consumido un quinto. Además ‘dirijo’ presumiría lectura por su parte, cosa esta que, en mi realismo –acepción primera–, sé más que nada improbable.

Visto el panorama nacional después de más de dos meses de haber acudido a las urnas, el ciudadano que suscribe ha de sujetar los caballos reaccionarios del ‘que les den’ cuyos cascos hieren cada día las varias ilusiones –«esperanzas cuyos cumplimientos parecen especialmente atractivos»– con que el 75,75% del censo electoral, 26.361.051 ciudadanos, incluidos los hoy señorías, votamos plenos de varia responsabilidad política y democrática aquel domingo de abril ya dispuesto a mayear. Y digo caballos reaccionarios porque, a bote pronto, lo que a uno le sale de las vísceras es el desgarrador lugar común «de ilusiones vive el tonto de los…».

Mas mayeó y poco más hubo –amén de un domingo trielectoral, que sus señorías se diesen de alta en el Congreso y que el día 21 eligiesen, no ya sin circo previo, los varios cargos en que se estructura su reglamentado funcionamiento–, pues, como bien saben, las cosas de los palacios van despacio y no fue hasta el 6 de junio que el rey (la minúscula es norma ortográfica y no otra sabida cosa) propusiera, con la inteligente diligencia que caracteriza a nuestras instituciones, al líder del grupo más votado (11,98% más que el segundo) como candidato a la presidencia del Gobierno de España.

Y me pregunto: ¿amén del devengar, cuál ha sido el devenir de sus señorías en este tiempo?

Pregunto, porque «las comisiones parlamentarias están pendientes de constitución», porque «la constitución de la Diputación permanente todavía no se ha producido»; porque el control al gobierno en funciones ni está ni se le espera.

Pregunto, porque escuchando las bravatas de los líderes ante el obediente silencio de nuestros mudos representantes, acabo entendiendo lo de ‘sus señorías’ al sentirlos cada día menos ‘mis’ y menos ‘señorías’.

¿Sabrán que «los miembros de las Cortes Generales no están ligados por mandato imperativo»? ¿A quién se deben esos ciudadanos? Ay, los sectarios amenes. ¿O ya todo es ¡bote! y ni las gracias?

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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