06/05/2021
 Actualizado a 06/05/2021
Guardar
Los peces grandes siempre han tenido el instinto de comerse a los chicos. Lo mismo en el refranero que en la naturaleza, los negocios o las relaciones sociales. Basta con hacer pequeñas observaciones para comprobar que el poder de una minoría privilegiada se vuelve más incontestable cuanto más se asienta en el abuso hacia una mayoría desfavorecida. Una evidencia que tal vez fuese el principio fundacional de una de las ocurrencias que más titulares han copado en las últimas semanas: la Superliga de fútbol. Un gatillazo similar a la Mesa por el Futuro de León que, por su carácter estrafalario, bien podría encajar en ese sinfín de promesas que nunca terminan de llegar a nuestros pueblos. Por ello, no sería de extrañar que cualquier día salga de un despacho de Valladolid o de Madrid la propuesta de crear una Superliga rural.

Solo los pueblos con más vecinos podrían jugar. Astorga, La Bañeza o Villablino competirían con Valencia de Don Juan, Cistierna y el resto de cabeceras de comarca. Si dice Florentino Pérez que la tarta del fútbol no da para todos, la de la Junta o el Gobierno tampoco. Darwinismo social: solo los fuertes sobreviven, en ellos hay que centrar los esfuerzos.

Este planteamiento que puede sonar perverso no es más que una escenificación esperpéntica de las políticas que se han desarrollado durante décadas para hacer frente a la despoblación rural. Suponiendo que hayan llegado medidas correctoras (sic), lo han hecho a los pueblos más grandes y se han basado en el espejismo de maquillar sus padrones absorbiendo la población de las pequeñas localidades de su área de influencia ¿Cuántos vecinos de Noceda se han mudado a Bembibre? ¿Qué es Boñar sino un geriátrico de sus municipios limítrofes? ¿En qué queda Sahagún al quitar los vecinos de Villamol o Calzada que dejan allí sus pensiones?

El resultado de estas políticas fallidas es un problema que persiste en las cabeceras de comarca y que se acelera en las aldeas en que quedan cuatro gatos. O el reto demográfico pasa de los planteamientos basados en una presunta igualdad a otros de auténtica equidad o el mapa de provincias como León quedará totalmente desvertebrado, abocado a morir en una Superliga en la que solo sobrevivirán unos pocos. Una Superliga de peces grandes que, sin otros a los que comerse, no tardarán en volverse chicos.
Lo más leído