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Suicidio demográfico

17/12/2019
 Actualizado a 17/12/2019
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Estos días nos movemos entre el Congreso sobre el clima, las peripecias para formar Gobierno y las noticias sobre la natalidad.

Nuestra sociedad se debate en una inconsciencia colectiva donde el humanismo se sustituye por el animalismo, el conservacionismo y el postureo.

De hecho podemos asistir a una protesta organizada globalizada donde una canción o un baile parece recorrer el globo terrestre en un récord de tiempo, organizado en redes sociales y algo tan fundamental como la sostenibilidad de la sociedad humana no tiene esa importancia porque hay distractores que influyen en que lo inmediato prevalece y lo futuro se arrincona cuando de lo último depende la existencia del propio ser humano y de sus familias.

El índice demográfico de los países occidentales ha caído en un valle lleno de incertidumbres y presagios muy oscuros puesto que los datos no llevan al optimismo.

El boom feminista, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y el paso atrás que se da por parte de la Administración en no afrontar con ímpetu y estímulo de futuro este problema, hace que las unidades familiares con hijos escaseen y que la presión de los pueblos migrantes del sur del planeta se muestre amenazante para la extinción de una sociedad europea anclada en el lujo y la falta de toma de conciencia, así como las soluciones al problema que no son tan difíciles pero que sí están marcadas la comodidad y la falta de conciencia de las generaciones futuras.

La independencia de la mujer y su acceso al trabajo, hace necesario que esos políticos que se sientan cómodamente en los innumerables escaños que les damos con nuestros votos, hace que este problema endémico no se resuelva.

La racionalidad de los horarios en el trabajo, la conciliación de los mismos para las parejas, el trato salarial igual para las mujeres, los servicios de ayuda como guarderías y complementos para las parejas jóvenes que desean formar familiar responsables parece que no es suficiente para que los Gobiernos abandonen la línea de indolencia que les caracteriza.

Esta sociedad hedonista y preocupada por los postureos del momento, movida y manipulada por los bandazos de protesta que les otorgan las ingentes ganancias de millonarios filántropos, no se da cuenta que unas familias constituida adecuadamente suponen el sostenimiento del futuro de aquello por lo que luchamos en nuestra parcela terrícola y proporcionan el seguro de la pensión del futuro.

¿Nadie se da cuenta de que esta sociedad va directamente a la extinción y que los problemas que tendrán las generaciones futuras respecto a la jubilación serán insuperables?

Los festivales a los que asistimos últimamente en referencia a las macroconferencias, congresos y reuniones, sólo satisfacen a los jóvenes turistas, a los subvencionados de la algarada y los políticos oportunistas, porque lo que se dice resultados obtenidos se cuentan por fracasos continuos, desacuerdos y ausencias clamorosas.

Los ciudadanos siguen esperando planes de sostenibilidad para el cambio climático y también para el gran problema demográfico.

Seguramente que cuando los cerebros que han diseñado el ‘nuevo orden mundial’ decidan ‘solucionar’ el problema demográfico ya tendrán otra musa mediática que logre la atención de focos y ruido mediático, los viajes turísticos y las reservas en los transatlánticos y hoteles de lujo, fichando de paso a las figuras del celuloide, cantantes de lujo y los alborotadores de costumbre, con los resultados a todas luces negativos hasta la fecha.

Mientras tanto los que manejan esta desfachatez planetaria se solazan en sus mansiones, viajan en sus jets, se aíslan en sus yates y disfrutan de sus saraos exclusivos sin importarles los problemas de las familias ni las consecuencias de los desastres climatológicos y demográficos.
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