Sueños editoriales de nueve leonesas visionarias

A pesar de la crisis que azota al sector desde hace años, algunas mujeres valientes se vienen abriendo paso en él con propuestas muy interesantes

Mercedes G. Rojo
30/06/2020
 Actualizado a 30/06/2020
Ana Cristina Herreros recogiendo narraciones en Camerún.
Ana Cristina Herreros recogiendo narraciones en Camerún.
Llevamos ya muchos meses dedicándoles una sección semanal a muchas de las escritoras de nuestro panorama leonés, tanto desde dentro como desde fuera de nuestra provincia en lo que al ejercicio de su escritura se refiere, mujeres que se han ido alternando con otras artistas de distintas disciplinas, algunas de las cuales interaccionan a menudo con el mundo de la literatura. Este mundo se apoya en varios aspectos que conforman ese tejido que nos permite acceder, desde distintos ámbitos, al panorama cultural que toda sociedad ofrece, un rico mundo de posibilidades en el que cada parcela tiene su propio protagonismo y del que sólo aunándolos todos somos capaces de conocer su verdadera dimensión, la que en una gran parte se puede alcanzar simplemente centrándonos en el ámbito literario, ese que parte del libro o que en él desemboca, según los casos. Y es que estas series de artículos en las que llevamos más de dos años visibilizando el talento de las creadoras leonesas comenzaron con la escritoras para ir luego discurriendo por otros senderos de otras disciplinas: artistas plásticas que dan vida a relatos, poemas, novelas..., desde la pintura, la escultura, la fotografía…, desde la ilustración; artistas que desde el mundo musical las interpretan y/o acompañan; actrices, directoras de cine …, que dan vida a historias que primero son escritas para luego cobrar vida propia en los escenarios o tras una cámara…

Y si la literatura, lo escrito, es parte esencial del proceso, hay otros aspectos muy importantes del mismo que son los que permiten que gran parte de esa creación tanto literaria como artística en sus otras múltiples variables llegue finalmente a aquellas personas a las que va destinada: porque quien escribe lo hace para que le lean, quien crea música para que le escuchen, quien pinta, esculpe, fotografía, para que otras personas disfruten de sus creaciones; y gran parte de ese proceso puede llegar a quienes estamos a ese otro lado de la línea, nada más y nada menos que a través de los libros. Y si esos libros necesitan que alguien los escriba, en muchas ocasiones de alguien que los ilustre (cualquiera que sea la técnica en la que ello se haga) también necesitan de alguien que se arriesgue a combinarlo todo, a darle forma y a darle visibilidad; quizás la parte más compleja (muchos creen que la menos creativa y la más mercantilista) por lo que de arriesgado tiene y porque de ella depende que el «producto final» que se le ofrece al lector sea atractivo, convenza y llegue a cuantos más mejor. Es detrás de ese último proceso, antes de llegar al público lector, que están los editores; en nuestro caso las editoras porque precisamente a ellas y solo a ellas vamos a dedicar estas pocas semanas veraniegas que nos quedan por delante y que con la llegada del otoño darán paso de nuevo a las artistas leonesas, pues aún nos quedan muchas por descubrir. Y habrá quien se vuelva a preguntar (incluso criticará) que por qué a ellas. Pues por la misma razón que me ha llevado a indagar en el resto de los casos, porque de ellas se habla mucho menos que de ellos a pesar del fantástico trabajo que están haciendo, porque encuentran muchos menos espacios en los que visibilizarse y, sobre todo y además, porque cada una de ellas está haciendo un fantástico trabajo dentro de un mundo que (hasta hace muy poco y aún hoy en lo que a las grandes firmas editoriales se refiere) está muy masculinizado, al menos en lo que a la figura visible de las mismas se refiere. Sin embargo y a pesar de la crisis que azota el sector desde hace años, algunas mujeres valientes se vienen abriendo paso en él con propuestas muy interesantes; las más de las veces propuestas cargadas de ilusión que buscan hacerle hueco a algunos de esos proyectos que no tienen cabida en las «empresas» editoriales al uso. Y si en este trabajo de visibilización de la presencia de nuestras mujeres en el mundo cultural y artístico, he tenido la oportunidad de acercarme (de momento, porque aún nos quedan muchas en el tintero) a más de ciento veinte artistas de diferentes disciplinas salidas de nuestras tierras, así como a algunas de las que están detrás de interesantes eventos literarios, no es menos satisfactorio el panorama que he podido encontrarme en un campo tan difícil (y a veces tan criticado) como el mundo editorial. Y es que tampoco a este sector son ajenas las mujeres leonesas, sector en el que me he encontrado con nada menos que con nueve proyectos editoriales creados, liderados o compartidos –que de todo hay– por ellas (habrán de perdonarme si se me ha traspapelado alguno por el camino). Con un margen de treinta años de diferencia entre las fechas que las vieron nacer y con generaciones que abarcan cuatro décadas y que nos muestran claramente la diferencia de planteamientos generacionales; con grandes diferencias entre ellas (aunque en el fondo a lo mejor no son tantas); con connotaciones particulares que sin duda han marcado su trayectoria vital, he escogido para esta serie de artículos veraniegos a esas nueve mujeres que han decidido ponerse al frente de diferentes propuestas a través de las que afrontan el reto del mundo editorial arriesgando en ofrecernos mimados productos literarios en los tratan de que la calidad, tanto en textos como en presentación, esté por encima de todo. Son mujeres nacidas en tierras leonesas o en provincias aledañas que un día vinieron para quedarse, como es el caso de Susana Lago de ParaEmocionarte Ediciones, llegada de tierras asturianas, o de Felicitas Rebaque, de Editorial Fleming, que lo hizo desde tierras vallisoletanas; aunque el lugar de origen es lo de menos cuando la implicación en el territorio es tanta como demuestran estas dos editoras, una implicación que para nada desmerece de la que ejercen las propias nativas.

Por otro lado, aunque seis de ellas representan editoriales que actúan desde diferentes puntos de la provincia, algunas desde apuestas tan rurales como las pequeñas localidades de San Román de la Vega (en las proximidades de Astorga) o Voces (junto al berciano pueblo de Borrenes), otras forman parte de editoriales de un ámbito mucho más amplio como es el caso de Charo Fierro, uno de los dos pilares de la prestigiosa Huerga y Fierro ediciones, que lleva décadas defendiendo el pabellón de la calidad editorial nacional y en cuyo catálogo figuran tanto nombres muy importantes de la literatura leonesa como otros que comienzan a abrirse paso y en los que el sello ha confiando plenamente. Cada una de esta editoras, cada uno de sus sellos, tiene su particular idiosincrasia, cada una de ellas nos muestra caminos literarios diversos, algunos de los cuales tal vez nunca hubiéramos recorrido sin ellas, como el conocimiento de la literatura que nuestros jóvenes hacen en estos momento –una de las apuestas de la joven Mariposa Ediciones en la que se ha embarcado la también escritora Marina Díez–; o los caminos ligados a la tradición oral de pueblos muy diversos pero también de aquellas en quienes verdaderamente se apoya el espíritu de esos filandones que hoy son reconocidos por la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad –el principal empeño de Libros de las malas compañías, liderada por Ana Cristina Herreros–; y tantos otros que podrán ir descubriendo paso a paso si continúan acompañándonos durante las próximas semanas. Todas tienen en común haber llegado a este mundo desde su profundo amor al libro (en el que siguen creyendo a pies juntillas a pesar de los duros momentos por los que está pasando el mundo editorial) y lo que el mismo representa, además de todo lo que a éste concierne, para tratar de cubrir con su aventura –porque no se puede catalogar de otra forma este tipo de empresa, pues es difícil anticipar lo que la vida les depara tras la misma– determinadas carencias que en él detectadas, con sus particulares aportaciones al mismo. Se da también la circunstancia de que, de las nueve, varias de ellas no solo escriben o participan de la narración oral; asimismo promueven acciones y actividades de animación lectora en diversos ámbitos de la población, lo que enriquece aún más sus aportaciones.
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