Sueldos que sueldan

25/08/2020
 Actualizado a 25/08/2020
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Catorce de agosto, pre fin de semana más festivo de otros años y un pleno que solo se había conocido por un medio de comunicación. Ni emplazamiento en la web de la institución ni un comentario... Nada. Tras tensar la cuerda se dice que existe una convocatoria virtual, pese a que en medio de la pandemia ya había habido plenos presenciales. Virtual y solo con la participación de los propios y ahí ya no hay excusas porque en internet cabemos todos, marcando distancias. Un escenario extraño, tal vez por la circunstancia o tal vez por el contenido. Cinco dedicaciones se pretendían aprobar, dos de ellas totales y a la oposición. Cien mil euros a repartir entre todos con un justificante, el de «dar empaque» a la institución. No había proyectos que poner sobre la mesa con números concretos para definirlos, no había más potestades de la Junta ni de los Ayuntamientos que obligaran a costearlas. De nuevo, nada. Lo que sí había era una pandemia que ha diezmado los bolsillos de todos, que ha hecho de las siglas ERTE una vuelta atrás al consumo, que ha asolado rutinas, colocado bozales y empapado a la sociedad de desconfianzas. Y en medio, el Consejo se crece porque según te ven te tratan, dice mi madre, y eso es ley. Hay que comprar corbatas para negociar, que en el tú a tú la seda en el otro es caricia y el raso muralla. Tal vez el Consejo no haya tenido sentido hasta ahora por eso, porque faltaba pagar corbatas. Si esa era la tecla qué pena haber pasado tres décadas sin tocarla, porque no era tan difícil como convencer a los Ayuntamientos bercianos de que cedieran sus competencias a alguien mayor que luchaba en dos campos de batalla a la vez. Convencer al vasallo y al señor. El gigante de la Junta tampoco las tiene todas consigo y sigue releyendo la Ley de la Comarca una y otra vez para buscar el hueco del que poder arañar un no. Puede que ahora, al gastar más por dentro le haga a uno más apetitoso por fuera.
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