Sudor, engaño y rabia

17/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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El último cartucho, difícil de disparar, comprometido, costoso, esforzado, lanzaron al aire cientos de desempleados que buscaban una oportunidad en un nicho de mercado en el que poder ser pieza. Moneda a moneda sopesaron su montoncito de ahorros para tirar esa caña y pescar un título con el que poder engordar una carta de presentación que respondiera a las necesidades empresariales de una zona que las marca a cuentagotas. Escogieron formadores y se remangaron para dejarse en el sudor las intenciones de tener otro futuro, en el que voluntariamente invirtieron. Y sí, sudaron, sangraron por los codos, dejaron su verano en las venas rojas de los ojos tras el quinto tema para estar ahora a las puertas de un engaño. Rebeca, Laura, Ruth, Noemí, Emilio, Carlos…suman una lista de decididos estudiantes que encajaron en un proyecto que se deshizo en manos de otro y los dejó sudando, ahora, por recuperarse del susto. Se desvaneció el sueño. Sus títulos no llegaron, sus oposiciones se quedaron a mitad de formación y se cambiaron, primero por incertidumbre, ahora por rabia. Sus monedas no aparecen, ni sus títulos, y su tiempo, por supuesto, se conjuga en pasado, por agua. Se sumaron a algo presumiblemente serio, respaldado por las autoridades locales en una gran apertura de negocio que parecía encajar en una Ponferrada vaciada mecida a la intemperie de la involución. Llegaron a por todas y ante los que se llevaron lo de todos. Sangran los puños al contenerse ante un silencio que deja una falta de empatía radical. Hay personas detrás de esas monedas que desembolsaron a una academia por un título, hay un delito que le pone nombre a todo esto, y hay quien amenaza con los tribunales para acallar actitudes sonrojantes y punibles. La trigonometría traída de la ilógica a estas tres patas no es nueva y no tiene más que una salida matemática vestida de toga.
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