12/11/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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Los perrillos que cuidan ovejas, los careas, ya tienen nombre y apellidos: «Perros leoneses de pastor». Con su Reglamento y su Libro genealógico. Ya tienen pedigrí, como los poetas. El cronista, que adolece de poesía, tiene escrito(no sabe si publicado) un poema titulado ‘Soy un carea’ en el que desarrolla su estar en el mundo comoperro de casa de labradores pobres; no un mastín, ni un pastor alemán, ni un San Bernardo, ni podenco.En él, naturalmente, no cae enla manida «alabanza de la aldea», sino que acepta que, buscando la gloria inútilmente, se conforma.

Las autoridades perrunas (tan ambiguas como las poéticas) acaban de aceptar la denominación de ‘Perro leonés de pastor’ (Carea) con sus estándares de raza, su reglamento y sus libro genealógico; y el cronista se apresura a comprobar si reúne las características para ser admitido en este singular gremio en el que, al parecer, su ingenuo genio literario lo colocara al sugerirle la redacción de aquel poema. «Es un poeta (perdón: perro) temperamental y ágil, que acompaña al crítico (perdón: pastor) e interpreta sus señales con suma facilidad». «Animales de tamaño medio y gran agilidad, poseen fuerte temperamento». «Su disposición para el aprendizaje, y su rusticidad, hacen que formen un binomio perfecto para el manejo de los rebaños de ovino” “Por su carácter y su nervio no es recomendable como perro de compañía, ni para estar en casa, porque demanda mucha actividad».

Como puede verse, en todo coinciden el carea y el poeta. Hasta con aquello que Fernando Sabater señaló en Alsásua el otro día como mejor condición para la convivencia entre las diferentes nacionalidades en torno a un objetivo común de organización superior a los regionalismos y nacionalidades, es decir: la ciudadanía. El carea es ciudadano, no elitista. Insensible a las identidades. «Los países se estropean por las identidades y se unen por la ciudadanía».

El problema puede venir cuando el Carea (o el Poeta) observen que el pastor golpea a las ovejas del rebaño con saña, con el cayado nudoso, sin motivo. ¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo actuar? Pues, muy sencillo. Se le rodea entre todos los careas (poetas) al pastor (al crítico) y se le muerden los calcañares. Por incívico. Por falta de diálogo. Por chulo. Porque ser oveja o ser perro, ser leonés o asturiano, como ser poeta o ser crítico,solo dice que la vida ha colocado a cada cual en un sitio o en otro, sin pedirle permiso. Y de pastores incívicos, y de poetas careas, entre los que se encuentra el cronista, lleno es el ancho mundo. Y todos son de algún sitio.
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