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Soñando con Camilo Picón

12/01/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Qué sueños tendría Camilo Picón en su duermevela, mano sobre mano y sobre el tibio cañón de la ametralladora que amenazaba el cielo de julio de aquel trágico verano en que fue segada la II República Española. Qué fantasías le sobrevendrían envuelto en el frescor de la sombra catedralicia, la mirada alargada hasta el divino Teleno. Qué nervios pasaría pensando en la Guerra Civil que le aupó al Rosetón de la Pulchra Leonina. Se sentiría una pieza trascendente de la Historia cuando decidió grabar su nombre en la piedra milenaria del templo o lo haría solo por el aburrimiento de ver pasar las horas en un puesto de guardián con poco que guardar. Buscaríaal ‘ángelus’ el chorro cenital de luz que el Sol hace manar de las vidrieras y que es un bálsamo con el que enjugar el rostro, el alma y la conciencia. Probaría a escuchar, por puro juego, el eco de los disparos zumbando en una onda que se desplaza por la nave central, rebota en el abside y regresa para confundir los sentidos. Pegaría un sólo tiro. Tendría novia, novio, mujer, marido o hijos. Tendría alguna respuesta.

Así se me pasa el tiempo a veces, detenido frente a la Catedral, imaginando vidas diferentes para este nombre, Camilo Picón, que escuché en una visita al Sueño de la Luz. Dijo el guía que había sido un militar apostado con una ametralladora en la zona del rosetón, donde estaba la plataforma para ver las vidrieras, que había dejado grabado su nombre en la piedra, para dar fe de que estuvo allí en el inicio de la Guerra Civil Española.

Un personaje anónimo con una visión particular de la catedral y una forma de vivir nuestra joya que sólo le pertenece a él, pero que el proyecto cultural nos acerca para que podamos asomarnos a ella. Esa es la gran virtud del Sueño de la Luz, que volverá este año: ablandar la piedrapara poder ver el alma de la Catedral, que no se levanta sobre roca y cristal, sino sobre la mirada y los sueños del visitante despierto.
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