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¿Son las urracas comunistas?

02/02/2020
 Actualizado a 02/02/2020
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No sé ustedes, pero cada día veo menos pájaros en León. Por lo visto es una lacra imparable y la organización ornitológica SEO/BirdLife habla de millones de aves desaparecidas en ciudades españolas durante la última década. Lo suelto al entrar en el bar, pero nadie me hace caso, la gente está a sus cosas, sobre todo refriegas políticas y diatribas contra Podemos. La última es el lío de Venezuela, que si han ignorado a Guaidó pese a su nombre (será por lo de guay, digo yo) y que, sin embargo, han recibido a la Vicepresidenta de Maduro. Un parroquiano sordo pregunta a ver qué es eso de que Ábalos se ha reunido a escondidas con una mujer madura. Yo insisto en lo de las aves, pero no parece ser un tema estimulante. Pienso que las que sí hacen acto de presencia en León son las urracas, ya saben, esos pájaros inconfundibles de traje blanquinegro. En la Premier juega un equipo que tiene a gala lucir su nombre. Las urracas tienen mala reputación, las acusan de ladinas y bulliciosas, pero hay quien les tiene simpatía, aunque solo sea por ese tornasol azulado que se vislumbra en su plumaje. Yo las tengo vistas formando clanes por la calle, pero donde más a gusto suelen estar es a orillas del Bernesga. No sabría decir si me agradan o no, pero he de reconocer que su capacidad de adaptación, o su resiliencia como dicen ahora, es encomiable. Poseen un vuelo errático, como de pañuelo empujado por el viento, y son dadas a pegar saltos briosos por el césped. Me da que, al igual que los políticos, especialmente si son comunistas, suscitan odios y afectos primarios. En cualquier caso, a mí lo que me preocupa es la cifra declinante de pajarillos, los pardales, las calandrias, las lavanderas, esas aves diminutas que no se sabe muy bien cómo sortean el áspero invierno leonés. Invitan a pensar en otra escasez, la de los niños, que desaparecen de los parques cuando llega el frío. Alguno veo en la cafetería, sentado junto al abuelo, mirando extasiado el mosaico blanquinegro (como los colores de las urracas) que forman las fichas del dominó. Es un decir, claro, porque los gorriones se ocultan y los niños de León, como los de cualquier otro sitio, se dejan absorber por pantalla hipnóticas y luminosas. Al fondo de la cafetería, ahuecando su mano en la oreja, el señor sordo pregunta que qué es eso de que La Cultural ha ganado al Bayer de Munich.
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