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Son gigantes (creo)

16/08/2020
 Actualizado a 20/08/2020
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Una fría madrugada del año 2007, un conductor dio la curva de la plaza de Santo Domingo con tal borrachera que La Vieja Negrilla le estorbó fatalmente para completar su trazado. La escultura abandonó las crónicas culturales y llegó así a los atestados, alcanzando la categoría de siniestro total, pues en su primera vida fue de hormigón y quedó hecha añicos. Para entonces, el monstruo en eterna abdominal ya se había ganado a los leoneses, poco dados hasta la fecha a sensibilidades artísticas a pie calle más allá del caleidoscopio de la Catedral, y pronto arrancó una movilización que obligó al Ayuntamiento a encargarle una réplica a su autor, Amancio González, con novedades significativas: en bronce y pagada. Hoy se ha convertido, por derecho propio, en un icono de la ciudad, ya que a diario se le hacen casi tantas fotografías como al diputado de Cultura.

El suceso encierra infinidad de metáforas, hasta el punto de que desbordan las letras. En primer lugar, la propia escultura, un gigante perezoso en el que algunos encuentran un reflejo del carácter de esta tierra, siempre a punto de ponerse en pie. En segundo lugar, la curiosidad de los leoneses, cuzos en la terminología local, que han respondido a la contradicción de que la obra tenga nombre femenino y resulte evidentemente masculina desgastando su piel de bronce mucho más donde mejor se pueden despejar ese tipo de dudas. Y, en tercer lugar, la performance del conductor borracho demostró que, en contra de lo que pudiera parecer y ya la comunidad científica internacional empezaba a postular, los leoneses no somos asintómáticos de nacimiento, incluso nos sabemos revolver cuando nos tocan lo que consideramos nuestro. El asunto se complica, como suele ser habitual, cuando hay que decidir qué consideramos nuestro.

En este raro verano sin verbenas y con demasiadas barbacoas la polémica estúpida de cada año no ha venido por las diferencias entre baile-vermú y vino español, la escasa concentración de Pokémon en el medio rural o la poca variedad de tapas sin gluten: ha corrido por cuenta de Comunidad Leonesa, una coordinadora de organizaciones, asociaciones y colectivos en torno a la que, al parecer, se aglutinan los numerosos complejos de esta provincia. Emitieron un comunicado, algo tan fácil y tan peligroso en nuestros días, en el que se atrevían a calificar de «aberración histórica» la escultura de Alfonso VI que Amancio González ha realizado para el sepulcro de este rey y sus cuatro esposas en Sahagún. El problema, en su opinión, es que la corona del rey incluye castillos y el susodicho nunca fue rey de Castilla, sino sólo de León. Se atreven a decir, incluso, que el escultor leonés ha alcanzado el «súmmum del ridículo» y a exigir que «se corrija semejante despropósito y se devuelva su dignidad a nuestro rey». Después de asestar tan cruel puñalada al orgullo provinciano, el artista, que ha conquistado prestigio internacional y que podría haberse ido hace años en busca del reconomiento que su tierra, con polémicas así, le niega, ha respondido a los ofendidos con un argumento bastante fácil de entender: miren ustedes bien porque no son castillos, son catedrales, que era lo que solía aparecer en las coronas reales de estilo Románico. Amancio González completa su temeridad respondiendo que su deseo fue «no inventar nada», algo que a las asociaciones de dolidos de guardia permanente supongo que les sonará a chino, y las monjas benedictinas que custodian el sepulcro ya deben de estar doblando las hornadas de amarguillos en previsión de la llegada de curiosos que se acercarán a conocer la obra. Seguramente, si el rey Alfonso VI viera la que se ha formado a su alrededor, cogería el mismo camino del Emérito.

El problema no sólo es la actitud de esta plataforma de ofendidos, que ya no saben si ven castillos, molinos o gigantes y que terminan por cargar de razones a los que, desde Valladolid, dicen que todas las reivindicaciones leonesas son fruto de los complejos, sino que el caso entró de forma obscena en el ping-pong de la política. La Unión de Pueblo Leonés emitió a su vez un comunicado de prensa para exigir explicaciones y el Partido Popular respondió, cómo no, con otro comunicado diciendo que se las pedirían al escultor, pues no querían desaprovechar la oportunidad de echarle las culpas de todo el embrollo al PSOE, bajo cuyo mandato se encargó la obra. Da igual la Historia, el arte contemporáneo o el incierto futuro: lo único que quieren es munición para sus batallas, también a nivel pueblerino. Una vez más, con todo ello, se viene a demostrar que en esta tierra tenemos talento y mala hostia como para exportar, aunque por lo general lo único que exportamos es el talento.
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