Sombras que caminan

09/05/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Las mismas abuelas que hoy no son capaces de entender que la niña lleve los pantalones rotos vistieron un día unas faldas que dejaban los tobillos a la vista y sus abuelas no eran capaces de entender que enseñaran los tobillos.

Las mismas madres que hoy dicen «si te viera tu abuela con esos pantalones te echaba de casa» escucharon a sus madres decir que «si supiera tu abuela a qué horas llegaste ayer a casa no te dejaba entrar».

Los mismos padres que hoy no les cabe en la cabeza que estén en un grupo cada uno mirando para su móvil y escribiendo mensajes sin parar se pasaron no hace tantos años horas y horas sentados en el muro de la iglesia, sin decirse una sola palabra, con miradas furtivas que en un momento dado, sin saber los motivos, estallaban en una risa que general que nadie podría explicar a qué desencadenante responde.

Los mismos padres que hoy creen que los chavales se pasan mucho en algunas cosas que hacen cuando se reúnen con unos colegas, con sus quintos, celebran lo simpáticos que eran cuando ellos entraban a la huerta de un vecino y no dejaban ni una manzana, para tirarlas al río, o dejaban una tierra sin patatas para asarlas debajo del puente.

Por eso hoy el pantalón roto sólo es una anécdota, lo importante es que esta ‘niña’ pueda caminar sola, sin tener que mirar con recelo, sin preocuparse por esa sombra que camina detrás de la suya.
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