jorge-frances.jpg

Solo lo inútil

23/09/2021
 Actualizado a 23/09/2021
Guardar
El ordenador o aquel álbum donde se pegaban fotografías. El título universitario o el último regalo que te hizo tu abuela. Los contratos o los libros. Las herramientas o los discos. La copia del seguro o la figurita que trajimos del primer viaje juntos. Yo elegiría solo lo inútil en esos diez minutos que dan en La Palma para recoger y despedirse, justo antes de que la lava de un volcán que se despereza sepulte tu vida conocida. El oso de peluche de la infancia y las postales que nos enviábamos los amigos de adolescencia en vacaciones, cuando dos semanas eran dos años y había que mantenerse cerca por carta porque entonces no había móviles. Diez minutos para desmontar una casa o incluso varias que se amontonan en los hogares que hasta ayer parecían seguros. Salvaría casi todo lo inútil que guardan mis cajones con la seguridad de que al final del trayecto solo lo que tiene una utilidad individual, lo que yo defendería y tú reciclarías en la próxima mudanza, es lo que merece salvarse. Cualquiera puede definirse en un pequeño montón de cosas. Mi corbata favorita y la guitarra. La guitarra la salvaría. Quien no lo entiende arranca desesperado las ventanas e intenta que entren en el maletero sin darse cuenta de que todas las casas tienen ventanas pero ninguna más contendrá la memoria. Y el humo avanza.

Para esto, sin saberlo, nos preparó el filósofo Nuccio Ordine en su manifiesto ‘La utilidad de lo inútil’. Él hablaba del arte, la literatura o la música como los únicos elementos inútiles capaces de hacer más humana la humanidad y salvar una colectividad enferma. Pero toda la humanidad habita en cada casa y la cultura de una familia se custodia en el hogar. Rescatar algo y añorar lo perdido porque en toda vida, y lo sabía Ordine, las ausencias acaban siendo más significativas que las presencias. La golondrina de papel que prometimos hacer volar cuando terminara el confinamiento. Si la encontrara, esa también me la llevaría.
Lo más leído