Solo humanos

Por José Javier Carrasco

José Javier Carrasco
02/01/2023
 Actualizado a 02/01/2023
Andrew Wiles alcanzó la fama mundial en 1993 por exponer la demostración del último teorema de Fermat. | L.N.C.
Andrew Wiles alcanzó la fama mundial en 1993 por exponer la demostración del último teorema de Fermat. | L.N.C.
En el momento de ponerme a escribir una nueva colaboración me planteo en primer lugar encontrar la idea central sobre la que tratará, en este caso, la ciencia; después elijo veintiséis temas –las semanas de la colaboración– relacionados con esa idea de la que parto, a los que doy un encabezamiento, mediante algunas palabras-clave. A continuación, escribo los artículos que corresponden a los temas referidos, siguiendo el orden en el que surgieron (en ocasiones diversas razones me obligan a hacer algunas modificaciones en su secuencia). En esta ocasión consideré interesante que el primer artículo estuviera relacionado con un derecho básico, el de toda mujer a elegir su futuro, a poco más de un año de la vuelta de los talibanes al poder. La figura de Nieves González Barrio me pareció la idónea para exponer ese derecho, en un tiempo en el que muy pocas mujeres de nuestro país podían elegir un futuro que no pasase por el papel tradicional de esposa y madre.

Con esa tabla para la mesa ya solo quedaba distribuir encima de ella el resto de partes del «bodegón científico». Lo hice siguiendo el orden en el que habían sido escritos los artículos, introduciendo algunos cambios dictados por motivos de simple oportunidad. El último paso, antes de dar por concluido el trabajo, es quizá, junto al de documentación, el más trabajoso, y corresponde a todo lo relacionado con la corrección de estilo: evitar las redundancias, errores de correspondencia, encontrar la forma más sencilla de expresar las ideas y que estas aparezcan bien ordenadas y relacionadas, en definitiva pulir una materia, la de la primera redacción, que se muestra aún en bruto.

‘Solo humanos’ apuesta por compaginar las nuevas tecnologías   y el libro impreso¿Por qué es este caso la ciencia como tema? Por la sencilla razón de que la divulgación científica está de moda, y creo que eso es así por una buena razón, porque interesa a una mayoría de lectores. He intentado mantener ese tono divulgativo que busca entretener, informar y en lo posible desea además interesar y convencer, y al mismo tiempo he hecho que los artículos se relacionen con temas de ámbito local o con protagonistas también vinculados con León, en la línea de las anteriores colaboraciones, buscando, también en la medida de lo posible, mantener un enfoque original.

Los artículos tienen todos 555 palabras (sin tener en cuenta el título y contando las fechas). Tres veces cinco, el número que para Cirlot es: «Símbolo del hombre, de la salud y del amor; la quintaesencia actuando sobre la materia. Los cuatro miembros regidos por la cabeza como los cuatro dedos por el pulgar; los cuatro puntos cardinales más el centro. Número de la hierogamia, unión del principio del principio del cielo y de la ‘Magna Mater’. Pentagrama, estrella de cinco puntas. Corresponde a la materia pentagonal, frecuente en la naturaleza orgánica, relacionándose asimismo con la sección de oro como fue notado por los pitagóricos; los cinco sentidos correspondientes a las ‘formas’ de la materia».

En otro orden de cosas, menos espiritual, ‘Solo humanos’ (considera innecesario explicar este título que resulta elocuente en sí mismo) apuesta por compaginar las nuevas tecnologías –pienso en Internet– y el libro impreso, los datos inmediatos y los que acompañan a una lectura más reposada entresacados en los libros de consulta. Así, algunos errores de la primera redacción han sido corregidos gracias a la actualización continua de datos en las páginas web. Como ejemplo, la conjetura de Fermat, a la que aludo en uno de los artículos, que creía no resuelta después de consultar un diccionario de matemáticas publicado en 1984 y que una nueva consulta a Internet me descubre que sí ha sido demostrada en 1995. Una apuesta que se extiende a adelantar otros mundos posibles, –pienso en el artículo ‘Fermat y la plataforma Google’–, o aproximarse a aquellos que intuimos al ver en Internet una fotografía que recoge la figura informal de quien demostró la conjetura, el matemático inglés Andrew Wiles, alguien con quien gustosamente, por su aspecto acogedor, nos tomaríamos algo. La posibilidad virtual de compartir un té con él en una cafetería cualquiera de Londres la ofrece el mundo virtual que se avecina, el del metaverso. Un mundo posible construido, por desgracia, sobre las ruinas de la comunicación interpersonal conocida. El del inimaginable e incierto futuro que nos aguardaba cuando adquirí, en la primitiva librería Maisa por solo 3 €, el ‘Diccionario de Matemáticas’ de Lucien Chambadal, donde no figura el nombre de Andrew Wiles.
Archivado en
Lo más leído