Secundino Llorente

‘Soft skills’ para conseguir trabajo

02/12/2021
 Actualizado a 02/12/2021
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Vivimos en un mundo cambiante y, desde mi opinión, nos vamos lanzando a gran velocidad. Me temo que estamos pisando el acelerador con fuerza y nuestros hijos van a vivir en un mundo que se parecerá muy poco al nuestro. Me preocupa cómo la educación debería cambiar para cumplir estas expectativas y conseguir las habilidades necesarias para el futuro. Los vaticinios de técnicos y empresas dedicadas a trabajos futuros aseguran que el siglo XXI va a requerir nuevas competencias y habilidades de los jóvenes. Me impresiona y hasta me asusta esta previsión: «el 65 % de nuestros actuales universitarios tendrá trabajos que no existen hoy». Me parece sorprendente y casi increíble esta afirmación, pero prefiero verlo con optimismo porque habrá más oportunidades y nuevos trabajos. Así ocurrió en las revoluciones industriales cuando desaparecieron trabajos, pero también fueron creadas nuevas oportunidades. Es evidente que los estudiantes deberían preparase para esta realidad porque el futuro del trabajo buscará jóvenes que tengan ‘habilidades’ como liderazgo, persistencia, creatividad, generosidad, inspiración, talento, empatía, humanismo, conexión emocional, autenticidad, consciencia, intuición, observación, autoconfianza, seguridad, compromiso, capacidad de solucionar problemas y que tengan una gran fluidez digital. Hasta ahora en nuestras entrevistas de trabajo lo que se preseleccionaba mediante el análisis de nuestro currículum eran nuestras habilidades técnicas o nuestras habilidades duras, las ‘Hard Skills’, que vienen a ser los conocimientos adquiridos a lo largo de nuestra formación. Sin embargo, se ha producido una ‘revolución’ en la selección de personal, puesto que una persona que posee muchos conocimientos técnicos no siempre es capaz de desarrollarlos en equipo o, simplemente, no consigue comunicarlos para la toma de decisiones en un proyecto. Por esta razón «las habilidades duras o ‘hard skills’ nos servirán para conseguir entrevistas, pero a la hora de conseguir un trabajo lo que primará serán las habilidades blandas o ‘soft skills’».

Un viejo proverbio chino dice: «Tus hijos han nacido en otra época, no los límites a lo que tú aprendiste». Durante muchos años hemos sido incapaces de cambiar algo en la enseñanza y ha llegado el momento de intentarlo. La pandemia ha acelerado este cambio. Ya nadie cuestiona que la tecnología está aquí para ayudar a los alumnos y a los docentes. En la época de más duro confinamiento, el mundo educativo no se paró gracias a esta tecnología. Se empieza a hablar de la «educación híbrida o líquida» que combina el uso de otros recursos para seguir aprendiendo fuera del centro educativo. ‘Educación híbrida’ es la mezcla de la educación a distancia con la tradicional y ‘educación líquida’ es un conocimiento de uso instantáneo, desechable o con un carácter caduco. El mundo en que vivimos se encuentra en constante cambio y la educación debería ser lo suficiente abierta para adaptarse a cualquier situación cambiante.

Los técnicos y futurólogos del empleo se centran ahora en las habilidades blandas o ‘soft skills’, algo muy parecido a las habilidades sociales y se refiere a las características y competencias personales que nos dicen cómo un individuo se relaciona con los demás. «El futuro del trabajo será buscar jóvenes que cuenten con habilidades blandas». Las diez ‘soft skills’ más demandadas en la actualidad podrían ser: Comunicación, Organización, Habilidades de trabajo en equipo, Puntualidad, Pensamiento crítico, Habilidades sociales y automotivación, Creatividad, Comunicación interpersonal, Adaptabilidad y Personalidad amable.

Señores, nos están destruyendo los esquemas tradicionales. El concepto del profesor que llegaba al aula y daba una clase magistral ante un grupo de alumnos está llamado a la desaparición. Hay que motivar de un modo muy distinto a los profesores e implicar más a los alumnos. El cambio del paradigma educativo es radical. Para educar a los estudiantes, los profesores deben escucharlos y guiarlos por el camino más adecuado, ayudándolos a identificar sus intereses personales que los involucran en su propia educación y desarrollo. El profesor debe ser una especie de guía y dinamizador y su relación con los alumnos debe ser directa y cercana.

Tengo que reconocer que para este profesor jubilado todas estas innovaciones me suenan a ciencia ficción. Pero el profesorado joven debería ir poniéndose las pilas porque los tiros van en esa dirección. Las nuevas corrientes educativas están dejando desarmados a los profesores tradicionales: «adiós a los suspensos, recuperaciones, repeticiones, … todos aprueban». Esta crisis nos ha colocado en una situación de emergencia educativa, lo cual nos pide capacidad de respuesta. Las ‘soft skills’ se aprenden, se entrenan y se convertirán en una herramienta imprescindible en un nuevo universo educativo y nos obliga a entrar en un nuevo paradigma. Tenemos que abrir las ventanas a una nueva fórmula para ver cómo implementar estas habilidades. Imagino que se debería empezar a trabajar dando al alumno el papel de protagonista, una educación basada en proyectos que deje espacio para la iniciativa y la imaginación de los estudiantes. Los alumnos deberían ser conscientes de sus puntos fuertes y débiles. Los profesores deberán escucharlos y guiarlos por el camino más adecuado para cada uno. Las ‘soft skills’ darán mucho que hablar en el futuro mundo de la educación porque, NO LO OLVIDEMOS, ellas serán la clave para que nuestros nietos consigan más del cincuenta por ciento de los nuevos trabajos que ni existen en la actualidad. Estoy de acuerdo con Aristóteles en que «primum vivere, deinde filosofare». Lo primero es conseguir un trabajo. Tiempo tendremos luego para filosofar sobre la importancia de las ‘soft skills’.
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