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Sociopatía, sociopolítica o psicodrama sociológico

06/04/2021
 Actualizado a 06/04/2021
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El análisis de nuestra sociedad actual muestra unos síntomas de enfermedad que se van acrecentando a medida que la estulticia y la estupidez adquieren el nivel de endémicas.

Como es lógico, nosotros centraremos nuestra lente observadora sobre esta nación siempre azotada por la vanidad, la envidia, la codicia de aquellos que siempre viven del cuento sin entrar en la narrativa de los hechos y se rebozan en el barro de los recuerdos interesados sin mirar su propio patio pleno de basura ideológica.

Sobre España siempre cae la memoria y la desmemoria, el garrotazo traidor, los golpes bajos, la insidia, la traición, el vituperio y la falta de vergüenza de aquellos que siempre denigran todo aquello que hace una Nación importante en el contexto del concierto mundial.

Como dicen los capos de la investigación: ¿Qué tenemos? Si queremos cerrar el asunto sin complicaciones podemos solventarlo rápidamente porque desde tener un quilombo, hasta tener un cipostio de cuidado o bien deducir que lo que hay montado es un manicomio político de consecuencias impredecibles. Mas lo que se presiente es que el tiovivo sigue dando vueltas sin control porque los cortos de espíritu y ausencia de inteligencia están al mando y no hay un horizonte claro y determinante. Pues no va a ser así, a pesar de la soromanía, los bilderbengensis, los partidarios de las influencias revolucionarias blandas y cobardes basadas en hechos muy luctuosos de uno y otro signo que nos han asolado como españoles enfrascados en guerras civiles de todo tipo…esperemos que se despeje la situación por el bien de todos.

El horizonte se antoja difícil y no se percibe debido a la nube de calienta asientos de cámara que han invadido las libertades y toman el sagrado lugar en que se dirimen las cuestiones de todos los ciudadanos como un corral de gallos de pelea o el recinto donde su falta de conocimientos deja paso a la calle principal de un pueblo del Fart West.

Cuando se quieren cambiar, mejorar o transformar las instituciones de un país primero hay que contar con el pueblo que es el que ejerce su voto en las urnas y, a pesar de que ha elegido a sus representantes, debe tener la última palabra de las decisiones que toman los políticos, ya que se puede disentir de algunas.

Una institución funciona por el consenso que se ha realizado en la elaboración de una Constitución sometida al voto del Congreso, del Senado y después del pueblo mediante Referéndum, porque esa es la democracia.

Y si no, nuestros políticos que tanto alardean ante micrófonos y pantallas de TV, que se tomen la molestia de informarse de las consultas que los Gobiernos de otras naciones realizan a sus conciudadanos. Creemos que los campeones son los suizos que consultan todo aquello que supone un cambio notable en las vidas de sus habitantes a todos los niveles, nacional, cantonal, municipal, impidiendo que un sistema, partido o presidente de lo que sea, se autoelijan en el sátrapa, tirano o dictadorzuelo de turno para implantar su ego y sus tics soberbios cargándose el sistema democrático, el consenso y la tranquilidad de los ciudadanos que lo que les importa es la familia, su trabajo, el bienestar y por supuesto su nación.

Aquellos que llegan a la política es porque han querido y, por lo tanto, deben estar al servicio de la ciudadanía, pisando la calle y solucionando problemas no creándolos y derrochar orgullo y soberbia a raudales y no dejando almendras amargas en su camino que, aquí en España, siempre se han saldado con cruentos enfrentamientos.

Así que haremos una recomendación a los gobiernos y políticos de todos los colores: reunirse, hablar, consensuar, trabajar en aspectos edificantes; arrumbar la corrupción y huir de las prebendas, cumplir después de haber trabajado de verdad, no quedarse con el momio para arreglar su falta de iniciativa particular.

España y los españoles estamos cansados y encima tenemos un virus chino, ligerito pero matón, que anda entre nosotros sin distinciones de rojos y azules, alimentado por la inconsciencia de los que no siguen las normas y de aquellos que lo utilizan para no perder el pódium.

Semejante sainete se puede convertir en drama si además las subvenciones de siempre no llegan para que los dirigentes cortitos salven ese trasero que les ha crecido de tanto confinamiento intelectual.

Dejen las hormonas y las ambiciones a un lado y por una vez emprendan el camino de una verdadera reconciliación con un objetivo claro y contundente: amen a su país, luchen por sus ciudadanos, olviden las miserias antiguas, eleven el nivel cultural, educativo, tecnológico e industrial de España, que eso reportara el respeto y el prestigio de una nación milenaria en el concierto de los pueblos del mundo.

¡Ah! Y no se olviden de que el pueblo es soberano y existen los referendos.
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