Sobre el recuerdo

24/08/2022
 Actualizado a 24/08/2022
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¿Qué se olvida antes, una ciudad o un rostro? Hace unos días me topé con esta pregunta mientras mataba el tiempo en el ‘timeline’ de una red social. Una cuestión que no tenía muchas respuestas, pero que entre ellas coincidían. A mí me despertó bastante curiosidad. Comencé a preguntarle a amigas, pareja y algún compañero de trabajo. Y su elección siempre era diferente a la mía.

Creo que es posible olvidar mucho antes un lugar que una cara. Una cara de una persona con la que has compartido más de un cruce de palabras y, por supuesto, un lugar en el que hayas estado más tiempo que lo que dura un paseo o una parada para estirar las piernas. «Soy capaz de recordar los rostros de mis compañeros de Erasmus, pero ahora me resultaría complicado moverme con agilidad por la ciudad en la que estuve viviendo nueve meses», pensaba.

Una convicción firme hasta que conocí a Natalia y Marta. Ellas son dos mujeres ucranianas que llevan ya cuatro meses viviendo en Valencia de Don Juan. Refugiadas, tuvieron que huir de su hogar repentinamente, prácticamente con lo puesto, por el conflicto bélico que estalló definitivamente hoy hace seis meses.

A ellas intenté hacerles también esta pregunta. Y digo intentar porque me parece demasiado atrevido hablar de olvido con dos personas que han abierto un paréntesis largo y doloroso en su vida y que no saben si volverán a cerrar, con muchas historias que desde luego no van a dejar atrás.

Natalia y Marta podrían describirme cómo son sus respectivas ciudades con los ojos cerrados, de hecho lo hicieron. Sin embargo, cuando regresen, ese lugar ya no será como ellas lo conocían. Estoy segura de que cada una de ellas también sabe contarme cuántos lunares tiene su marido en el rostro o de qué manera mueve las manos cuando está nervioso. Y ellos tampoco serán los mismos cuando se reencuentren de nuevo.

Lugares y rostros que siempre permanecerán en algún rincón de su mente, algo que ningún conflicto bélico les podrá arrebatar nunca. La guerra arrasa hasta con el olvido, pero no tiene nada que hacer con la memoria.
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