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Sobran molinos, faltan vecinos

15/11/2021
 Actualizado a 15/11/2021
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En un punto de la carretera sinuosa que llega hasta La Baña, pasando el Puerto del Carbajal (Carbayal, que le dirían en dialecto cabreirés) y desde donde se divisa buena parte de esta bonita comarca leonesa que parece perdida en un rincón de nuestro extenso mapa provincial hay –o había hace tres semanas o un mes cuando pasé por allí– colocado un cartel pintado a mano sobre un cartón de un metro por setenta que dice «Sobran molinos, faltan vecinos».

Cuatro palabras y una coma pintadas en mayúsculas negras sobre un cartón de segunda mano, sin evasivas y como una indirecta para los que vienen a dar lecciones de ecología, que se leen perfectamente desde el coche en el vistazo rápido que permite el despistarse apenas un segundo de las curvas de esta carretera que está bastante mejor acondicionada que los tramos leoneses de varias nacionales y autovías.

Esta idea plasmada en cartón con la humildad de la gente que se ha adaptado a su tierra a pesar de las dificultades y que ha sabido vivir de ella sin esperar demasiado a cambio que venga de las grandes ciudades ni tampoco de los despachos urbanos que a duras penas sabrían situar La Cabrera en el mapa, sabe que está en el punto de mira del saqueo energético porque las condiciones medioambientales y orográficas permitirían instalar parques solares y eólicos económicamente rentables para llevar electricidad a Madrid.

Todo esto mientras el ansia de algunos con ínfulas de Rey Midas del siglo XXI y las subvenciones de otros, diez, veinte o lo que sea por ciento mediante, no se agoten mientras usted sigue financiando el chiringuito.

La frase pintada en un soporte endeble que si no se lo han llevado ya el agua y el viento que azota con fuerza aquella zona y por eso la hacen atractiva para los aprovechados de turno bien podría ser una de las llamadas frases para el mármol si no fuera porque quien la consignó se resigna a que los cuatro parques eólicos y las infraestructuras asociadas que prometen ser el maná para una tierra olvidada y más necesitada de vecinos y de servicios que de molinos se conviertan en su epitafio.
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