jose-antonio-llamasb.jpg

‘Sinpas’ y peregrinos

13/03/2017
 Actualizado a 16/09/2019
Guardar
Hacer un ‘sinpa’ está de moda. Es marcharse sin pagar. Pero el cronista quiere hablar de otro ‘sinpa’, el sin patria. Hay tres tipos: el forzoso,que ha tenido que huir y no puede regresar;aquel otro, que renuncia a su patria voluntariamente, por sentimiento o porconvicciones profundas; y un tercero, que se ha quedado materialmente sin patria porque esta ha desaparecido materialmente.

Aquí nos referiremos a los ‘sinpa’ voluntarios, los cuales, en algún momento puede proceder de una de las formas de apátridas anteriores. Ejemplos recientes podemos encontrar muchos y, entre los escritores, que son sujetos muy de fiar en este asunto, tenemos varios de los exiliados de la guerra civil, es decir, los que la perdieron, y el más claro ejemplo puede ser el gran poeta Luis Cernuda, sevillano en el exilio, quien se considera a sí mismo ‘peregrino’ palabra que da título a un poema en el que confiesa que no debe regresar nunca a su tierra sino seguir siempre adelante por el mundo como un Ulises sin Ítaca y sin Penélope que le aguarden.

Nosotros, los leoneses, tenemos a Julio Llamazares, que no se ha declarado todavía peregrino pero sí sin patria, por el doble motivo de haber nacido en Vegamián, pueblo que ya no existe por haber quedado sumergido bajo las aguas del pantano, y por no sentirse ‘Castellano y Leonés’ como mandan los cánones políticos de las autonomías, un engendro hodierno, disparatado en su misma esencia. Lo ha confesado muchas veces; la última, el pasado 5 de marzo en este mismo medio, cuando comenta que ha sido invitado a la feria del libro de Guadalajara (en Méjico) que este año protagoniza la comunidad de Madrid, y no lo fuera (llamado) hace siete años cuando la invitadafuera Castilla y León, que acudió con 60 representantes, cuando los mejicanos trataban de hacerle a él protagonista de algún modo.

Alguien ajeno y despreocupado podría reducir esto a una pugna de los egos de los artistas y todas esas fruslerías, pero no se trata de eso. Se trata de política, que es algo más serio. De política cultural, en concreto. Porque nuestro Julio Llamazares, se mire como se mire, se mantiene firme en su obra literaria, una de las más reconocidas por tirios y troyanos y de la de más éxito de público; y no es momento ya de negarle nada y menos de ningunearle como hace sistemáticamente el gobierno de la Junta de Castilla y León, y sus rectores culturales, así como los regidores de la ciudad de León, del mismo paño.

Pero, peregrinos somos, y en el camino nos encontraremos.
Lo más leído