Sinfonía de las vidas tristes

10/12/2015
 Actualizado a 04/09/2019
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Las vidas tristes sólo son sombras. O gritos que nadie escucha. O símbolos que nadie quiere leer. O el minuto de sentar aun pobre en la mesa de los programas de la tele para que pueda dormir tranquila la presentadora millonaria a base de investigar el porcentaje que cobra el representante de Belén Esteban, que pasó de sufrir por los difícil que es hacer el amor en un Simca 1000 a gozar en cuatro coches que llaman de alta gama.

El mundo no es de las vidas tristes, aunque de vez en cuando haga felices a las vidas más felices.

La imagen es de cualquier rincón. Cualquier pared pintada. Cualquier garabato. Cualquier pivote doblado por la noche metida en alcohol.

Pero en la esquina se asoma la sombra, una gorra que pide, un pobre sin pan ni techo. Un símbolo, el de nuestros tiempos. Un refugio, la caridad. Una esperanza, realmente ninguna, los sueños viven en otros barrios.

Allí sólo suena la sinfonía de las vidas tristes.

Y mira para los carteles que le dicen que esta España es «en serio» (a él se lo vas a decir); que hay «futuro para la mayoría» (no se lo digas a él); que hay «un país contigo» (si llega a estar solo); o, sobre todo, «con ilusión» (si te atreves, díselo a la cara). Eso por hablar solo de los de la tele.

Y los Reyes Magos son de Astorga (según los alemanes). Con un par.
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