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Síndrome de Hybris

10/01/2022
 Actualizado a 10/01/2022
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¿Padece usted, querido lector, el síndrome de Hybris? Es el de la arrogancia y el exceso. Una pasión violenta, inspirada, al parecer, por la diosa Hybris, que se manifiesta, entre otras formas, en un lenguaje mesiánico, en creerse uno siempre en posesión de la verdad, y en no sentirse obligado a rendir cuentas de sus actos ante nadie, siendo la tal diosa la de la insolencia, la arrogancia, la desmesura y el ultraje. Si no es así, trate de buscar en su memoria y ponerle rostro. No tardará en encontrarse con varios personajes públicos, de la política en especial, pero también de otros ámbitos como el artístico o el familiar.

Una posible terapia, aunque extrema, para poderse defender de los infectados por este síndrome, sería buscar ayuda en una divinidad contraria, como la diosa Némesis, con el fin de luchar contra la arrogancia que se extiende como la pólvora en la zona de los creyentes de la diosa Hybris, entre los que se encuentran tantos y tantos políticos de hogaño, todos ellos bajo el amparo explícito de la Democracia, y, en realidad, infectados por una pasión violenta que les hace utilizar un lenguaje mesiánico, seguros de estar en posesión de la verdad. Y que conste que no se hace referencia aquí al asalto al Capitolio de los USA por parte de los partidarios del expresidente Trump, del que se cumple un año ahora.

Se va haciendo necesario crear un cuerpo de actuación inmediata (una especie de UME) formada por todos aquellos que no quieran pecar de desprevenidos sino de prudentes e inconformistas, y estén dispuestos a terminar con la situación. Serían discípulos, en definitiva de lo que escribe Javier Marías en ‘Tomás Nevinson’ quien nos aconseja: «Recuerda otra vieja lección: Tan malo como andar desprevenido es estar paranoico» y apenas nos deja otra opción que la de ser previsores, de andar con ojo, de estar atentos, de no dejarnos comer el coco. De no volvernos locos, en definitiva.

La diosa Némesis hija del océano según Pausanias, y de la noche según Hesiodo, castigaba a los desobedientes y vengaba a los amantes traicionados, y tenía un altar en el Capitolio al que acudían los que partían a la guerra para pedirle protección y ofrecerle un machete. También llamada Ramusa, era la diosa de la justicia, la solidaridad, el equilibrio, la fortuna, y también de la venganza.

Mientras tanto, sigamos atentos a las homilías de nuestro Presidente, aunque no sepamos a ciencia cierta cuál es el síndrome que padece, si el Hydris o el de Némesis. Al menos aquí no se habla todavía de asaltar el parlamento.
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