09/05/2017
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
Por mal que estén las cosas no nos va a dar ningún ataque de nostalgia, pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor.Lo que no cabe duda es que en muchas cosas hemos avanzado considerablemente y en otras vamos bastante mal. Hace no muchos años, cuando para hablar por teléfono teníamos que disponer de la mañana o de la tarde para ir a otro pueblo y hacer una breve llamada, tras una larga espera, no podríamos imaginar que ahora llevaríamos el teléfono en el bolsillo, que podríamos hacer una foto y verla al instante y enviarla al rincón más lejano del mundo en cuestión de segundos.

Hace algunos días durante varias horas dejó de funcionar el servicio de Whatsapp y parecía que se había originado una catástrofe mundial que nos dejaba incomunicados. Sin querer nos vamos creando nuevas necesidades o dependencias. Tal vez por eso cada vez más nos cuesta el silencio y sobre todo el utilizar la mente para pensar. De ahí que somos muchos los que no echamos de menos el no haber tenido teléfono móvil, ni televisión, ni Internet en nuestra infancia y adolescencia.

No es ninguna broma el saber que, gracias a estas maquinitas, esté aumentando considerablemente el número de suicidios de adolescentes por juegos tan estúpidos como el llamado de ‘La ballena azul’ y otros parecidos. Resulta preocupante que, aunque cada vez se multiplican las medidas de seguridad para que los enemigos de lo ajeno no se metan en los domicilios, hay unas puertas de entrada por las cuales los depredadores entran con total impunidad: la antena de la televisión, el cable del teléfono e Internet o la señal inalámbrica de los teléfonos móviles. No se adueñan de nuestros dineros, o sí, pero sí se apropian de nuestra mente, manipulándola a su antojo. Por cierto, tampoco hace falta salir de casa para incurrir en infidelidad conyugal, ni para tener malas compañías.

La pena es que no siempre se valore y aproveche la parte positiva de estos medios. Bien es verdad que a los estudiantes les facilita material a la hora de hacer trabajos, pero siempre que no se limiten a copiar y pegar, sin entender siquiera lo que han copiado, o que ello no les aparte de leer libros.

No queremos ni imaginar lo que supondría que algún día llegaran a borrarse todos los datos que ahora existen en soporte magnético o que dejaran de funcionar todas estas aplicaciones tan universalmente utilizadas. Probablemente las guerras del futuro, que ojalá nuca lleguen, irán por esos derroteros. ¿Será un paso necesario para la regeneración de la humanidad?
Lo más leído