31/01/2021
 Actualizado a 31/01/2021
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Estas dos breves palabras, aparentemente insignificantes, constituían la respuesta que solía dar mi prima a sus padres cuando le preguntaban qué tal le había ido el día hace ya varios veranos. Todos nos reíamos ante la concisión e imprecisión de su réplica y, eventualmente, lo usábamos a modo de broma entre nosotros. Cuando alguien decidía cuestionarle qué quería decir con esas dos palabras, Alicia se explicaba con un «no sé, sin más, bien, lo normal» y asumíamos que había sido una jornada corriente y sin sobresaltos. Desgraciadamente, su respuesta se ha convertido en la máxima de un país sumido en un eterno bucle del que aún no se vislumbra el final.

Hace unos días leí los tweets de una chica que reflexionaba sobre la importancia de los planes a corto y medio plazo en la vida de las personas y cómo la pandemia nos había afectado en este sentido. Tras meditar sobre sus palabras, decidí informarme por mi cuenta y comprobé que su teoría era cierta. Una cena especial los viernes o sábados con amigos y familiares, un puente que nos alarga el fin de semana, una noche de fiesta que culmina con un buen chocolate con churros en la cafetería más tradicional de la ciudad, breves viajes a finales de cuatrimestre o de curso… Todas estas pequeñas motivaciones ya parecen no existir en nuestras vidas. Cómo no va a haber hastío, rabia y dolor si, además de la gravedad de la pandemia, parece que hemos perdido la ilusión al comprobar que, a excepción de contadas ocasiones, todos los días son iguales.

De hecho, me da coraje sentir que ya no vivo apasionantes y sorprendentes historias que plasmar sobre estas líneas o que la indignación y el pesimismo se han adueñado de todas las cabeceras informativas. Somos todos conscientes de que, desde hace casi un año, nos hemos convertido en las marionetas de una cruda realidad, pero, aunque solo sea por salvaguardar nuestra salud mental, deberíamos intentar buscar ese matiz emocional, ya sea en positivo o en negativo, a nuestros días que nos permita proporcionar respuestas más elaboradas que un insulso, frío y desapasionado ‘sin más’.
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