Imagen Juan María García Campal

Sin fe, con mínima esperanza

23/06/2021
 Actualizado a 23/06/2021
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Escribo en una tarde otoñal de verano. Lo hago frente al estuario del río Nalón que ahora, alto, fluye y muere pleno de mar. Y lo hago como aún más agnóstico de mí mismo, más descreído, lo que ya es desbordar el colmo. Lo hago así como que el caudal del río que veo y miro me fuese hiriendo de argayos en la poca fe política que guardo. Y, sin embargo, cómo me gustaría que mayor fuese mi creencia. Cómo me gustaría estar, ahora que escribo, luego, cuando usted me lea, alimentando alguna esperanza de solución con respecto a los males que, de nacionalismos varios, tiene esta crónica dolencia llamada España.

Desearía este agnóstico, tener una pizca de fe suficiente como para creer o ser capaz de entrever alguna utilidad para el interés general o público de la concesión del indulto a los políticos presos –que no presos políticos– condenados por el Tribunal Supremo en la causa especial 20907/2017 o juicio a los líderes del proceso independentista catalán y, sin embargo, hasta por el Consejo Superior del Poder Judicial conocido como ‘Procés’. Ay, «la seducción de las palabras» que diría Alex Grijelmo.

Sí, desearía este agnóstico, mantener una migaja de fe suficiente para sentir el anunciado por preclaro retiro del uso obligatorio de las mascarillas en exteriores o café para todos o la bajada del IVA de la luz («es el mercado, amigo» y tocamos los ingresos públicos antes que los beneficios privados que quien manda, manda, y además tienen puertas giratorias) como posibles y justas decisiones de gobierno, pero, qué quieren que les diga, más me suenan a tareas de apoyo a esa extraña pedagogía o mareo de la moderna gobernanza que ahora dicen practicar los gurús de La Moncloa.

Sí, hubiese bien llevado este agnóstico, nada haber visto ni oído al respecto después de haber leído la carta de Oriol Junqueras: ‘Mirando al futuro’. Aun mi desacuerdo con muchos de sus contenidos y aspiraciones, no dejó de ser una breve muestra de cambio de disposición. Y digo breve, no por su longitud, sino por el poco tiempo transcurrido a sus otras interpretaciones para su clientela. Del resto de partidos y organizaciones independentistas, mejor no hablar. En su erre que erre siguen, como los españolísimos y creídos dueños de la Constitución. ¿Alguna idea o propuesta para que amaine el temporal existente? Parece que no. En su avivar miedos y fantasmas siguen.

Y les dejo, que he de ir raudo a atracar la chalana de mis esperanzas con doble amarre, mas sin ancla de fe alguna.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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