"Simplemente gracias" escrito en la luna de un viejo Seat Ibiza

Contracrónica | Juanín empezó nervioso ante "lo que se avecinaba" y en cuanto se asentó fue el de siempre, con 5 goles, para acabar entre lágrimas

Fulgencio Fernández
26/05/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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En el aparcamiento del Pabellón, en el lugar destinado a los coches de los jugadores del Ademar, un viejo Seat Ibiza (veinte años le contemplan) tenía encima el polvo de los caminos hacia el río en el que el dueño había buscado la pazde unos días cargados de emociones. Sólo sentir que una trucha picaba le sacaba de sus sensaciones encontradas.

Por la bocana del túnel salió este sábado, como asustado —buscando con la vista en la grada el asiento de Vicen, Goyo y los suyos— un tipo de barba canosa afeitada y cara de niño, con el pelo ensortijado de los niños eternos... La misma cara de aquel que en 1996 salía por primera vez, una semana después de meter su primer gol, en Arrosadía, la cancha de Portland, al gigante Alexandru Bulligan.Parecía que se le hacían eternos los prolegómenos, no sabía dónde mirar cuando no buscaba el lugar de la grada donde estaban los suyos.

Al fin, comienza el partido. Es titular —con qué tino y cariño le trató Dorado—, se colocó en la esquina, atento, como cuando pesca, pero como decía el seleccionador Juan Carlos Pastor, «cuando echa a andar sabes que algo pasa».

Echó. Era el minuto 6. Su minuto. Y hay penalti (siete metros dicen ahora) ycoge el balón decidido. Sabe Juanín que es su minuto, su partido y su día. Enfrente está JJ Hombrados, otra leyenda tipo Bulligan, con el 46 a la espalda de los años que tiene. Con dos metros también. Enorme. Tranquilo. Cuando abre los brazos se hace de noche. Tapa el sol. Y tapó el lanzamiento de Juanín.

JJ era el portero del Ademar cuando el niño Juan le metió el primer gol a Bulligan. No se arredró, era enorme y le hizo lo más inesperado, una vaselina. Bien parecía que lo difícil siempre le motivó y un penalti parecía lo fácil. Hombrados no hizo ni un gesto de alegría, es más, buscó con la mirada a su amigo Juan para decirle «lo siento», pero si nunca te han regalado nada... hoy tampoco.

Se le notaban los nervios. Dorado le dio descanso.

En la segunda parte empezaba una nueva vida. La última media vida de su carrera. De nuevo en el siete inicial y en el minuto siete aparece el mago. Gol desde el extremo. El primero de cinco. Se desata y nos regala en el adiós uno de cada una de sus señas de identidad: Uno imposible, recordando cuando entrenaba con la portería torcida para buscar el hueco imposible; uno a la contra, lo suyo; uno luciendo ese juego de muñeca al que tantas horas dedicó; otro de listo, con JJ fuera de la portería... en fin, Juanín había vuelto pare decir adiós como había soñado y como no podía ser de otra manera a la vista de los números que luce quien si no puede ser medido de una manera es con números, aunque sean los mejores. El niño eterno se mide con otros parámetros.

Y miraba a un lugar de la grada donde Vicen y Goyo vestían de domingo para la comunión de un nieto y el adiós de una leyenda. Los dos de casa.

Llegó el final. Uff. Lágrimas. Adioses. Un pabellón volcado. JJ_Hombrados que se acerca a regalarle su camiseta. El número 6 que sube al cielo del pabellón. Seguro que el que será único 6 del Ademar no se acuerda de nada.

(Nota: Era la tarde de Juanín, pero resultaba emocionante ver llorar a Rodrigo apoyado en un poste de la portería mientras esperaba a que le llamaran para decir adiós a su afición).

Fin. La camiseta con el 6 en lo más alto para siempre. El viejo Seat Ibiza sigue allí. Al pasar alguien le escribe en el polvo: «Simplemente gracias».
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