Silencios que hablan

16/03/2021
 Actualizado a 16/03/2021
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Es una verdad científica que las pruebas que nunca mienten son las forenses, lo que lleva a la frase repetida de que «los cadáveres son quienes más cosas cuentan». También sostenía ante sus alumnos el profesor mansillés de la facultad de periodismo, Bernardino M. Hernando, que «las esquelas ofrecen mucha información» y lo demostraba con ejemplos de su amplia colección de ellas. Vaya un ejemplo, suyo, de larga explicación y detalles empresariales –«Aquí yace Don Melquíades Borregón, fundador de la fábrica de pastas ‘La Industrial’ situada en la calle del Colmillo, 101 (Teléfono 398). Venta al contado y a plazos. Exportación a provincias. Precios fijos. Se desean comisionistas. Su inconsolable viuda Doña Engracia Martínez Calacuerda le dedica este recuerdo»– frente a otra mucho más escueta: «Don Carlos González-Serrano, trabajador, escritor y soñador (ABC, 18-III-1989)».

En la misma línea de razonamiento hemos de convenir que los cementerios hablan. Y lo defiendo con entusiasmo, al margen de que las paredes de uno de ellos soportaron una histórica pintada, cargada de imaginación y retranca: «Levantaos vagos, el campo para el que lo trabaja».

Hablan los cementerios. Habla este de Cea cuando llegas a la tumba de Pedro Acero y sobre la rueda de su molino que llevó hasta la tumba mandó escribir: «Pedro Acero. Labrador y molinero» ¿Hace falta mayor declaración de amor a la profesión.

Habla de sus gentes el cementerio de Las Muñecas, cuidado como pocos cuando parecía camino del abandono. Y hablan aún más aquellos olvidados, convertidos en pasto de ortigas y olvidos, haciendo realidad otro tópico: «¡Qué solos se quedan los muertos!».
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