31/08/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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Nunca he sido amante de los cambios. Mi ‘hermanector’ me lo reprocha a menudo, porque cojo el carril y ni siquiera miro hacia los lados. Y puedo seguir así durante años. Qué le voy a decir a usted, lector de éste su periódico, con respecto a los cambios que implica la llegada del mes de septiembre y el final de la vacaciones. Con todo el dolor de mi corazón, con la portona aún a medio barnizar, tengo que volver a la ciudad  y abandonar mi paraíso ‘redipollejo’, que queda ahí arriba más paraíso que nunca, puesto que además de sus muchas virtudes queda en absoluto silencio, sin los estruendos de las verbenas y de los veraneantes. Cada año, por estas fechas, se vuelve a hacer viral la noticia del ínclito Mirantes, cuyo título reza ‘Pánico en el medio rural ante el fin del verano y la marcha de los hijos del pueblo y los veraneantes’ y cuyo subtítulo sentencia que ‘los vecinos de numerosas localidades han trasladado a los dirigentes sus temores por no saber cómo se las podrán arreglar ahora que se vuelven a ir tantos listos’. Cada vez resulta más difusa la línea que divide el periodismo satírico como el de esta noticia del periodismo presuntamente serio. Donde hay mucho veraneante, mucho listo, es en la política, esa ciencia en la que todos ponen sus intereses personales por delante del general, como se supone que deberían hacer los gestores de la cosa pública. Pasa en Cataluña con la patulea independentista, aquellos que predican mucho pero tienen el granero vacío, y pasa también en el PSOE de León, al que lo único que le faltaba es el espectáculo que montaron esta semana en las redes sociales. Cuando yo estaba en el Colegio Leonés no había redes sociales, pero ya éramos más maduros que esta banda que no respeta si a su partido, ni a sus votantes ni a los que no les votan. Ay, cuánto echo ya de menos el silencio que debe de haber ahora en el paraíso ‘redipollejo’...
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